Las autoridades brasileñas se esfuerzan por corregir sobre la marcha “episodios lamentables” que han empañado la visita del papa a Rio de Janeiro, el último gran test antes de que se dispute el Mundial de fútbol en menos de un año y los Juegos Olímpicos en 2016.
En dos días los problemas se acumularon: el automóvil del papa quedó bloqueado entre autobuses y una multitud fervorosa, el metro paró durante más de dos horas antes de una misa masiva en la playa de Copacabana y una protesta cerca de donde Francisco se reunía con la presidenta brasileña terminó en violencia.
“Cualquier explicación me parece innecesaria e inútil, lo que debemos hacer es disculparnos”, dijo el miércoles el alcalde de Rio, Eduardo Paes, después de una reunión para analizar las fallas en la logística de la visita papal.
“Todas las medidas ya fueron tomadas para que estos episodios lamentables y que nos entristecieron no se repitan”, añadió.
Rio de Janeiro libra una carrera contrarreloj para mejorar su infraestructura de cara al Mundial y los Juegos Olímpicos, que incluyen la expansión de su sistema de transporte público, pero en cada evento masivo el sistema falla.
Masivas protestas contra la corrupción de los políticos, el gasto público del Mundial y en demanda de mejores servicios -incluido el transporte- marcaron la pasada Copa Confederaciones.
Mea culpa
Al llegar a Rio, el lunes de tarde, el auto que trasladaba al papa se topó con una fila de autobuses y quedó acorralado por decenas de fieles que se acercaron para lanzarle regalos por la ventanilla.
Las autoridades admitieron que el conductor erró el recorrido y que hubo fallas en la comunicación de los diferentes órganos de seguridad.
“La responsabilidad es del poder público: de la alcaldía, que era responsable de la seguridad, del gobierno federal, que hacía la escolta”, dijo Paes en un mea culpa inhabitual, y aseguró que “gracias a Dios el papa no corrió riesgo real”.
“En el buen sentido, el papa es un creador de embotellamientos, atrae a la gente”, indicó.
Francisco, que defiende una Iglesia cercana a los pobres, está empeñado en tener contacto con el pueblo, y después del incidente subió a su papamóvil semidescubierto, aupó a niños y no perdió la sonrisa.
El Vaticano minimizó el episodio
“No hay que dar demasiada importancia a la historia del automóvil, ni demasiada importancia a la seguridad”, indicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Algunos cambios en el programa de Francisco a partir de este miércoles fueron decididos tras una “importante reunión” sobre su logística y seguridad entre responsables brasileños y del Vaticano.
El miércoles, por ejemplo, cuando regresó a Rio desde el santuario de Aparecida en Sao Paulo, la autopista del aeropuerto a la ciudad fue cerrada para evitar problemas en su traslado.
El lunes de noche, poco después de la reunión del papa con la presidenta Dilma Rousseff, centenares de manifestantes que protestaban contra el gasto público por su visita y la JMJ fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos, balas de goma y chorros de agua.
La represión policial compartió las portadas de la prensa con el papa: dos personas fueron heridas por la policía, incluido un fotógrafo de la AFP que recibió un bastonazo en la cabeza.
La policía también admitió que infiltró efectivos de su servicio de inteligencia en las protestas pero negó que éstos sean responsables por la violencia tras la publicación de videos en redes sociales que muestran a un supuesto policía de civil lanzando un cóctel molotov en la protesta del lunes.
Que se haga la luz
Pocas horas antes de la inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en Rio con la participación de cientos de miles de peregrinos, el metro de la ciudad dejó de funcionar por un problema eléctrico.
Miles de personas quedaron varados en medio de un tránsito caótico, autobuses colapsados y taxis insuficientes.
El gobierno de Rio anunció que pedirá la máxima penalidad posible a la empresa que administra el metro.
El metro, que trabaja normalmente hasta la medianoche, anunció el miércoles que abrirá ahora las 24 horas, desde el jueves hasta el fin de la JMJ el domingo.
Y la favela que visitará el jueves el papa, Varginha, se quedó el día antes sin luz por casi una hora, confirmó a la AFP un habitante de la barriada.
AFP