Los jóvenes, muchos de ellos con banderas de sus países de origen, muchos latinoamericanos, andaban por las calles de la ciudad, algunos orando, otros cantando, bajo la protección del Ejército de Brasil, que desplegó militares en motocicletas y camiones para evitar cualquier problema con los peregrinos.
Fotos Reuters y AFP
“Nos ha tocado harto caminar y nosotros le dimos un sentido distinto. Vamos parando en cada parroquia que encontramos, rezamos el misterio del rosario”, dijo a Efe Carolina Gutiérrez, una peregrina de 30 años que andaba con un grupo de chilenos por el barrio de Botafogo, con la loma del Pão de Açucar al fondo.
El sacerdote Felipe Herrera, que también formaba parte de ese grupo, destacó que el papa ha trasmitido “un mensaje maravilloso de renovación y de recuperación de las fuentes cristianas”.
Eran numerosos los grupos de argentinos, con gorros, camisetas y banderas blanquiazules, que acudieron a Río de Janeiro a recibir a su compatriota, Francisco, en el primer viaje internacional de su papado.
El padre José Cardoso, de la localidad argentina de San Juan, recalcó la “simpleza” y “calidez” del pontífice. “Sus gestos son muy cercanos, gestos de padre, que realmente muestran aquello que quiere revelar Dios al hombre de hoy”, aseveró.
Mientras los jóvenes caminaban, el papa Francisco afirmó ante un millar de obispos y centenares de sacerdotes que es en las favelas, en los “cantegriles” (nombre que se da en Uruguay a los barrios de chabolas) y en las “villas miseria” donde tienen que ir a buscar y servir a Cristo.
“No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, cuando tantas personas están esperando el Evangelio”, subrayó Francisco durante la misa que ofició en la catedral de Río de Janeiro.
Inicialmente el peregrinaje, uno de los actos tradicionales de las jornadas, debía haber recorrido 13 kilómetros hasta Guaratiba, un barrio alejado de la ciudad donde se iban a llevar a cabo los actos finales del encuentro católico.
No obstante, las lluvias de los últimos días convirtieron en un lodazal el descampado donde estaba previsto que se celebraran la vigilia y la misa final el domingo, por lo que los organizadores transfirieron esos actos a Copacabana.
Esa playa estaba hoy temprano ya llena de gente, que se prepara para pernoctar allí, aunque no podrá erigir tiendas de campaña, como sí habría sido posible en Guaratiba.
Los peregrinos recorrieron las avenidas Getulio Vargas y Río Branco, las dos principales arterias del centro de Río de Janeiro, y atravesaron gran parte de la zona sur de la ciudad por el Aterro do Flamengo, una ancha vía expresa que desemboca en Copacabana.
Todas estas vías fueron bloqueadas al tránsito para que los peregrinos tuvieran tiempo suficiente para llegar al lugar de la vigilia, cuyo comienzo está previsto para las 19.30 horas (22.30 GMT) de hoy. EFE