La Iglesia, con notables excepciones, no puede continuar cerrada sobre sí misma. Debemos recordar que Dios está en cada ser humano, hecho a su imagen y semejanza. Como acertadamente fue dicho, no puede ser una ONG más. Tiene la obligación de buscar a quienes han abandonado la fe, invitando a luchar por la santidad a la gente de la humanidad común, objetivo posible con el cumplimiento fiel de las obligaciones diarias, con la defensa de sus valores personales, familiares y sociales. Allí está la clave de la verdadera santidad y, con ella, la posibilidad más cierta de disfrutar la vida eterna en los términos prometidos por el mismo Cristo.
La Iglesia tiene que abrir sus puertas a quienes más lo necesitan. A los tenidos por pecadores. No puede mantenerlos lejos. Hay que buscarlos, acercarlos y reconocer que nadie es perfecto siendo el perdón, aunque no excluya la justicia, una de las razones básicas de la existencia de quienes ejercen la intermediación formal con el Señor.
Brasil , Latinoamérica y otras regiones del mundo necesitaban esta visita y los mensajes recibidos. Ha sido un canto a la esperanza, necesidad que debe ser satisfecha con las obras de la vida, más que con simples palabras. Vamos por buen camino. Ojala que la Iglesia, el clero y los seglares, estemos a la altura de las exigencias del Papa Francisco.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 29 de julio de 2013