A pesar de la cada vez más creciente y a veces desaforada “cultura sexual” que ha abierto la posibilidad a juguetes sexuales, museos del sexo y hoteles eróticos, entre otros, esto no parece ir de la mano de la satisfacción sexual de las parejas. La carrera por hacer de la vida sexual algo más creativo y entretenido tiene un enemigo milenario irrefutable: las peleas. Cuando las parejas tienen diferencias en su vida diaria, inevitablemente la vida sexual paga parte de las consecuencias.
Tanto es así que muchas de las consultas sexológicas terminan hallando sus bases en las incomodidades que existen en las parejas, que nada tienen que ver con lo mucho o poco que disfrutan su vida sexual. En otras palabras: el estado de ánimo rige la vida sexual.
Negativismo: Bien sea que uno de los dos tenga un problema de autoestima o comience a sufrir de críticas constantes por parte del otro, los pensamientos y percepciones negativas terminarán afectando el desempeño sexual.
Obligación: Si el sexo se convierte en una obligación para cualquiera de los dos, sin tener en cuenta los deseos del otro o con el ánimo de evitar peleas y malos ambientes, no sólo disminuirá notablemente la calidad del sexo, sino que se causarán resentimientos que pueden explotar en cualquier momento.
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