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que recién salido de la “esclavitud de los blancos en el siglo 19”, camina en pleno siglo 21 a la “esclavitud de los rojos y amarillos”;
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en el que el Poder Electoral secuestra las elecciones;
- cuya moneda no vale nada, y por ello está a punto de negociar la entrega de su empresa petrolera al Imperio Chino (* ver gráfico 1);
- en el que la vida no vale nada (* ver gráfico 2);
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en el que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada (* ver cita 1);
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en el que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores (* ver cita 1);
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en el que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio (* ver cita 1);
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en el que legalizaron (y legitimamos al aceptar las reglas electorales) la permanencia indefinida de una persona-grupo en el poder;
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cuyos militares viven midiendo sus palabras y pasos, dizque porque los cubanos los están vigilando;
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en el que civiles y militares se van acostumbrando a encarnar el “síndrome de estocolmo” (* ver cita 2);
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donde los Poderes Constituidos hace poco más de diez años, apestan más que la triste historia del río Guaire de la capital;
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donde la persona llamada a concretar la gran crisis política del 14A se echa para atrás, y meses después aparece como jefe de campaña de las elecciones municipales de diciembre, llamando a que se vote como si aquí no hubiera pasado nada;
- donde la oposición partidista representada en la coalición de partidos MUD, dice que no hay que llamar a la calle, porque este Régimen de la Sumisión está que se cae solo;
Los demócratas venezolanos hemos comprobado que el Poder Electoral, como poder constituido, ha traicionado al Poder Originario, al subordinarse aun partido político manejado por los militares alzados en el 92, y al permitir que funcionarios de la dictadura cubana participen en el diseño del sistema electoral venezolano.
Por lo anterior, el llamado a hacer creer que algún día podremos triunfar con este poder constituido, y con el actual sistema electoral electrónico, es propio de un sector polìtico que colabora abiertamente con el Régimen.
Agotada la vía electoral tradicional, entramos en la etapa de poner a prueba el acuerdo político de la sociedad venezolana, a decir, la Constitución Nacional. Toca la hora de invocar al Poder Originario para que convoque al país político a que impulse las bases para la reconstitución de los Poderes surgidos de la Constituyente del año 99 en conjunto con la puesta en marcha de un Programa de Emergencia Nacional que genere un camino de “transición a la democracia política y económica”.
Este camino estará lleno de piedras, pero es el que debemos transitar para ver si se abren las puertas del cambio, o simplemente el pueblo democrático comprueba que también la vía constitucional está agotada, situación que implicaría el paso a la no cooperación activa con el Régimen que ha traicionado al Poder Originario.
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La Constitución vigente no habla de Socialismo por ningún lado. Su naturaleza democrática fue deformada con el referéndum de febrero 2009 (aprobación de la la reelección indefinida). Y tan grave como lo anterior, la politización de la institución militar, hecho que despertó al dormido monstruo dictatorial que manejó casi dos tercios de la historia de los dos últimos siglos;
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El secuestro político del Poder Electoral;
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La acción del ilegítimo Poder Legislativo surgido de la manipulación de los circuitos electorales en el 2010, que favorece medidas como:
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el congelamiento del precio de la gasolina, que tras bastidores no es otra cosa, que la entrega de un cheque en blanco a la mafia “cubano-militar” que trafica con la gasolina;
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la política del Presupuesto Nacional aprobada por el Poder Legislativo, que permite al Ejecutivo violar el principio constitucional del financiamiento equitativo de municipios y gobernaciones, instituyendo así el sistema más corrupto de repartición de los ingresos, basado en un presupuesto calculado casi a la mitad del ingreso real del país, y la creación de fondos manejados bajo la discrecionalidad del Jefe de Estado, y que acumulan la otra mitad del ingreso nacional;
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La promoción de la “geometría comunal” desde los distintos poderes públicos, y que va en la dirección de eliminar progresivamente a municipios y gobernaciones, con el consecuente agravamiento de los servicios públicos de seguridad, transporte y vialidad, salud y educación;
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La consagración de la “improductividad laboral”, a través de decretos y leyes;
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La política cambiaria implementada por el Poder Ejecutivo, y el saboteo abierto de acuerdos tripartitos, “gobierno-empresarios-trabajadores” con el consiguiente derrumbe del sector productivo.
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El agravamiento progresivo de la situación de los grandes barrios populares del país.
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La promoción de la dependencia de los ciudadanos del gobierno.
- elegir a los constituyentistas obligando al Poder Electoral, como “poder constituido”, a aceptar las reglas electorales propuestas para la elección de los constituyentistas, así como para las subsiguientes consultas populares que ordenara la Asamblea Constituyente.
- realizar la consulta sobre la reforma parcial de la Constitución (y no de una nueva Constitución);
- colocar al Poder Ejecutivo en la mira de los ciudadanos, cosa que perfectamente se puede hacer a través de consultas populares puntuales con el objeto de poner en marcha un Programa de Emergencia Nacional;
Cabe destacar, que en materia de las condiciones electorales a exigir, existe la suficiente experiencia y conocimiento para definir las condiciones razonables que garanticen que el “voto elija de verdad”.
Dentro de las consultas populares, destacan dos:
- la relegitimación del Poder Legislativo; y,
- la presencia de funcionarios cubanos y chinos en las instituciones nacionales.
Un proceso político de esta envergadura implicaría que, civiles y militares, se organicen en torno a:
- las bases comiciales a exigir al CNE para la convocatoria a la Asamblea Constituyente y subsiguientes consultas populares;
- la propuesta de artículos a reformar en la Constitución;
- las medidas de emergencia nacional a ser consultadas al país nacional;
- la posición frente a los comicios del 8 de diciembre.
Este proceso también tendría la tarea de emplazar a la MUD para que proceda a la elección de su dirección a través de elecciones auténticas, y sin la participación del CNE.
Esta coyuntura histórica exige la participación activa de los militares junto a los civiles, porque entre otras cosas debemos considerar, que por un lado, la cúpula militar del 2003 a la fecha, ha tenido una responsabilidad principalísima en los poderes otorgados al Sr. Chávez, a los cubanos infiltrados, y a los acuerdos de traición a la patria representados en la entrega de soberanía nacional; y en segundo lugar, porque un cambio de un régimen esencialmente militar, pasa porque en la institución castrense se trabajen a fondo acuerdos que garanticen la gobernabilidad democrática futura, una vez producido el cambio histórico que reclaman los demócratas.
Vivimos en una Venezuela que necesita urgentemente concretar el cambio: