En ese momento, Martina cocinaba una sopa en su casa de la calle San Antonio del sector El Pensil y al ver las llamas gigantescas, fue presa de los nervios.
Allí comprendió la desesperación de su vecina Sandy, quien segundos antes la alertó del fuego.
“Fueron momentos horribles. Lloré de los nervios porque pensé que mi familia y yo podíamos morir quemados.
Sin perder tiempo nos montamos en un carro y corrí más rápido que Meteoro, rumbo a la casa de un pariente en Lechería. Regresamos a las 10 de la noche cuando no había peligro”, narró la señora Gutiérrez.
Algo similar vivió su vecina Mary Coa en la calle El Taladro del mismo sector.
A diferencia que Coa, ella sí escuchó el rayo seguido de una explosión. “Me asomé y vi el candelero con bastante humo. Al rato, personal de Protección
Civil nos avisó que debíamos desalojar, pero ningún taxi se quería parar. Mi familia y yo (tres adultos y tres niños) caminamos hasta el Paseo Colón a esperar a un hermano que nos llevó a su casa en Pozuelos para allá pasar la noche”, señaló Coa.
Sin alarma
El señor Ramón Jiménez residenciado en la calle Santa Rosa de El Pensil se encontraba durmiendo cuando el estallido en los patios de la refinería asustó a una de sus hijas que corrió a despertarlo. “Vi que era algo grave por la magnitud de las llamas y el humo negro. Llevé a mi esposa e hija a la avenida Municipal y allí esperamos hasta que apagaron el incendio. La calle quedó desierta, todos se fueron del barrio. Me extrañó que no sonara la alarma de la refinería, que es común cuando hay una emergencia que pone en riesgo a las comunidades aledañas”.
Angustia
A Socorro Guaica, una doña que cumplió 90 años el 17 de junio, le tocó salir de su casa en El Pensil con una batica que tenía puesta y descalza, en compañía de su nieta Yaletsi Serrano.
“Lo único que queríamos era salir de aquí lo más rápido posible”, dijo la señora con algunos moretones en los brazos, tras caerse en la calle cuando trataba de caminar más rápido de lo que podía.
Su hija mayor, Zoraida Serrano rompió en llanto cuando se enteró del incendio. “Yo estaba en mi casa de La Caraqueña y uno de mis hijos me avisó del accidente de la refinería. Lo primero que pensé fue en mi mamá. Me angustié mucho cuando vi el humo gigante y no me quedé tranquila hasta que la conseguí con una vecina y me la llevé para mi casa, donde la consentí y pasó la noche conmigo”, señaló Zoraida con los ojos llenos de lágrimas.
En Barrio Mariño, la señora Carmen Velásquez notó que la gente no sabía qué hacer durante el incendio. “Creo que Pdvsa debería orientar a los vecinos para hacer un plan de evacuación” sugirió Velásquez, quien se sumó a las familias que acudieron al Paseo de la Cruz y del Mar a esperar que sofocaran las llamas.
“Si la refinería explotaba, yo estaba dispuesta a lanzarme al mar”, agregó.