Las fuerzas de seguridad egipcias cumplieron sus amenazas e irrumpieron el miércoles en dos plazas de El Cairo tomadas por partidarios del derrocado presidente islamista Mohamed Mursi, en una operación que dejó decenas de muertos.
Menos de tres horas después de los primeros tiroteos y disparos de gases lacrimógenos, un periodista de la AFP contó 43 cadáveres -todos de hombres, muchos de ellos con impactos de balas- en una morgue improvisada en la plaza Rabaa al Adawiya.
Los médicos presentes en este hospital de campaña con el piso cubierto de sangre se veían desbordados y abandonaban los casos más desesperados para ocuparse de los heridos con más posibilidades de sobrevivir. Un hombre que llegó con un balazo en la cabeza no pudo ser atendido, comprobó el reportero.
El operativo se inició a primeras horas del día con un amplio despliegue de tropas policiales y militares, apoyadas por topadoras, en torno a las plazas Rabaa al Adawiya y Al Nahda, ocupadas desde hace un mes y medio por los islamistas que reclaman la liberación y restitución en el poder de Mursi, derrocado y detenido el 3 de julio por el ejército.
Los Hermanos Musulmanes, el movimiento de Mursi, afirmaron que el número de muertos superaba los 600, aunque esa información no pudo confirmarse de fuente independiente. El balance de las autoridades se limitaba a siete muertos, dos de ellos de las fuerzas de seguridad.
El ministerio del Interior indicó por la mañana que la plaza Al Nahda estaba “bajo control” total de las fuerzas de seguridad.
En Rabaa, en cambio, se seguía escuchando el ruido de las armas automáticas y los gases lacrimógenos caían a raudales sobre las tiendas de campaña, mientras los altavoces de la plaza difundían cánticos religiosos a todo volumen.
Islamistas llaman a la movilización para frenar la “masacre”
Los Hermanos Musulmanes llamaron a una movilización general para frenar la “masacre”.
“Esto no es un intento de dispersión, sino una sangrienta tentativa de aplastar todas las voces de oposición al golpe militar” que derrocó a Mursi, escribió en Twitter el portavoz de la cofradía, Gehad al Haddad.
Los organizadores de las protestas “llaman a los egipcios a tomar las calles para detener la masacre”, dijo el vocero.
El gobierno suspendió todas las conexiones ferroviarias con El Cairo, para dificultar las movilizaciones.
Los islamistas intentaban bloquear varias arterias y se señalaban enfrentamientos en diversos barrios de la capital y en otras ciudades.
En la provincia de El Menia (centro), partidarios de Mursi incendiaron tres iglesias coptas, informó la agencia oficial Mena.
Los coptos, que representan entre el 6% y el 10% de la población egipcia, tuvieron una activa participación en el movimiento popular que llevó al derrocamiento de Mursi.
La mezquita Al Azhar de El Cairo, principal autoridad sunita del mundo que había apoyado el derrocamiento de Mursi, se desmarcó de la sangrienta operación de desalojo de las plazas.
“Al Azhar señala a los egipcios que no tenía conocimiento de los métodos utilizados para dispersar las protestas, como no sea por los medios de información”, indicó el gran imán Ahmed al Tayyeb en una declaración televisiva.
Partidarios y adversarios del mandatario depuesto protagonizaron el martes violentos enfrentamientos que dejaron al menos un muerto y diez heridos en El Cairo, según fuentes oficiales.
La violencia ya había dejado más de 250 muertos desde finales de junio hasta antes de la represión de este miércoles.
Preocupación internacional
La situación en Egipto, el más poblado de los países árabes, alarma a la comunidad internacional.
El jefe de la diplomacia alemana, Guido Westerwelle, llamó a “todas las fuerzas políticas” egipcias a “impedir una escalada de la violencia”.
Estados Unidos había pedido el martes a las autoridades egipcias que autoricen las manifestaciones de los seguidores de Mursi, por temor a un brote incontrolado de violencia.
“Animamos al gobierno interino a que deje al pueblo manifestarse, es un hecho fundamental para hacer avanzar el proceso democrático”, dijo la portavoz adjunta del departamento de Estado, Marie Harf.
Estados Unidos, que otorga a Egipto unos 1.500 millones de dólares anuales de ayuda, principalmente militar, mantiene estrechas relaciones con los militares de este país, pero preconiza la convocatoria rápida de nuevas elecciones.
Mursi, el primer presidente de Egipto elegido democráticamente, fue derrocado el 3 de julio por el ejército respaldado por un amplio movimiento popular. La justicia prolongó el lunes por quince días su detención, para investigar denuncias sobre su eventual colaboración con el movimiento palestino Hamas.
La cofradía de los Hermanos Musulmanes, ilegalizada en 1954, fue reprimida por los sucesivos gobiernos egipcios, pero volvió a actuar legalmente tras el derrocamiento de Hosni Mubarak en febrero de 2011 y se impuso en las elecciones legislativas y presidenciales de ese mismo año. AFP
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