La invención de Alfredo Moser está iluminando al mundo. En 2002, a este mecánico brasileño “se le prendió el bombillo” y se le ocurrió una manera de iluminar su casa durante el día sin electricidad, usando únicamente botellas de plástico llenas de agua y un poquito de cloro.
En los últimos dos años, su idea llegó a diferentes partes del mundo. Y se tiene previsto que su sistema se implemente en un millón de hogares a principios de 2014.
¿Cómo funciona? Por refracción de luz solar, explica Moser, al tiempo que llena una botella plástica de dos litros. “Hay que añadir dos tapas de cloro para evitar que el agua se ponga verde (con algas). Mientras más limpia esté la botella, mejor”, añade, en conversación con la BBC.
Envolviendo su cara en un trapo, abre un hueco en una de las tejas del techo con un taladro y, de abajo hacia arriba, mete la botella en el orificio recién hecho. “Fijas la botella con resina de poliéster. No hay goteras, ni siquiera cuando llueve, no cae ni una gota”.
“Un ingeniero vino y midió la intensidad de la luz. Depende de cuan fuertes sean los rayos de sol, pero equivale mas o menos a 40 o 60 vatios”, comenta.
Y se hizo la luz
La inspiración para la “lámpara Moser” le llegó en 2002, durante uno de los frecuentes apagones que ocurren en el país.
“Los únicos lugares que tenían electricidad eran las fábricas, no las casas de la gente”, dice refiriéndose a la ciudad en la que vive, Uberaba, en el sur de Brasil.
Moser y sus amigos empezaron a preguntarse qué podrían hacer en caso de que se presentara una emergencia como, por ejemplo, que un avión pequeño sufriera un accidente y perdiera altitud, imaginando que no tuvieran fósforos.
Su jefe en aquel momento sugirió utilizar una botella de plástico vacía, llenarla de agua y utilizarla como un lente para que los rayos de sol cayeran sobre grama seca. El fuego resultante podría servir para dar aviso a los equipos de rescate.
La idea se le quedó a Moser en la cabeza, y empezó a hacer pruebas, llenando botellas y haciendo círculos de luz refractada. Poco tiempo después, su invento estaba terminado.
“No hice ningún dibujo con su diseño”, cuenta el brasileño. “Es una luz divina. Dios nos dio el Sol a todos, así que la luz es para todos. Quien quiera (usar su sistema de iluminación), ahorra dinero. No vas a electrocutarte con esto y no te cuesta ni un centavo”.
El placer de ayudar
Moser instaló lámparas hechas de botellas en las casas de los vecinos y en el supermercado local.
Aunque se gana algunos dólares por la instalación de su invento, es evidente, por la sencilla casa en la que vive y el auto que conduce (de 1974), que su invención no lo ha hecho rico. Y esto lo llena de orgullo.
“Hubo un hombre que empezó a utilizar las botellas en su hogar y, en un mes, ahorró suficiente para pagar por las cosas básicas que necesitaba para su hijo, quien estaba a punto de nacer. ¿Puede creerlo?”, dice.
Carmelinda, quien ha estado casada con Moser por 35 años, cuenta que su esposo siempre ha sido habilidoso haciendo cosas para el hogar, incluyendo camas y mesas de madera. Pero ella no es la única que admira la lámpara que inventó su marido. Illac Angelo Diaz, director ejecutivo de la Fundación MyShelter, en la República de Filipinas, es otro.
Esta organización se especializa en construcciones alternativas, haciendo casas utilizando materiales sostenibles y reciclables como bambú, llantas y papel.
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