Una mujer debe ser dos veces competente para ser aceptada. Pero si es demasiado competente se vuelve una amenaza.
John Kerry saluda a Aixa Armas en Antigua – Guatemala (Foto Glen Johnson)
En pleno siglo V antes de Cristo, en la época dorada griega, y de lo que se infiere del pensamiento aristotélico las mujeres en ese entonces quedaban reducidas a “idiotas”, que en griego significaba “aquellas personas que no participan en la polis” o personas privadas que no son totalmente racionales y sólo poseen una virtud limitada, apropiada únicamente para el control de sí mismas, pero insuficiente para el desenvolvimiento en el espacio público, por lo que una mujer nunca sería considerada una buena ciudadana.
Años más tarde, en tiempos del Enciclopedismo del Siglo de la Luces, será J.J. Rousseau quien se hará eco de la misoginia aristotélica, pero con mayor ceguera pues llegó a afirmar que las mujeres eran una amenaza para el orden político, por lo que debían ser excluidas del mundo público. Sostenía que éstas eran una fuente de desorden porque su ser, o su naturaleza era tal que las llevaba a ejercer una influencia desorganizadora en la vida social y política; tenían un desorden en su propio centro el cual podía provocar la destrucción del Estado. Como ejemplo, esta sentencia del revolucionario…”Una mujer letrada será soltera toda su vida, mientras haya hombres sensatos en la tierra…”
Olimpia de Gouges, cuyo nombre real era Marie Gouze, en 1791, redactó en complemento a aquella declaración francesa la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, que no tuvo éxito práctico, y que terminó con su muerte en la guillotina, en 1793…ejemplo de aquella revolucionaria expresión de“Liberté, Égali…”quoi? …
Fue necesario que transcurriesen más de dos siglos para que, a partir de la década de los setenta del siglo XX, algunas teóricas feministas cuestionaran y desarticularan dichos argumentos, llegando a la conclusión, de que no está en la naturaleza femenina esa supuesta incapacidad para participar en política, sino en la forma en que la política está estructurada lo que no permite la participación de las mujeres. Esto es, que sus valores, normas, reglas, horarios, etc., fueron organizados para hombres con las características, posibilidades y el tiempo suficiente para actuar en la vida pública.
En nuestro país, ya a partir de los sucesos estudiantiles de 1928, las mujeres tendrán un espacio participativo destacado, y hacia finales de 1935 crearon una primera organización popular, la Agrupación Cultural Femenina, ACF. Con la muerte de Gómez, se avanzaba en la reivindicación femenina, en cuanto a sus derechos políticos y sociales y la necesidad de formación y capacitación de las mujeres para asegurar su desarrollo personal. Será entonces en 1945 cuando logren su derecho al voto municipal, y en 1946 se le concede el derecho a la mujer por vez primera, a elegir y ser elegida. La Asamblea Constituyente promulgada el 5 de julio de 1947, consagra por fin, el derecho al voto femenino, tras años de participación, y un destacado ascenso a posiciones de poder que fueron consolidando a aquella incipiente democracia, poniendo lo mejor de cada una de ellas en la emergencia, constitución y consolidación del modelo democrático partidista y en el aumento de la calidad y cuantía de su formación por su incorporación masiva al sistema educativo que se apuntalaba para aquel entonces.
La investigadora noruega Drude Dalherup ha identificado una gran cantidad de situaciones problemáticas que deben enfrentar las mujeres que están en minoría en una organización con mayoría masculina como pueden ser los partidos o el Parlamento, por ejemplo:
- Alta exposición a la crítica. Cada uno de sus gestos y actitudes son examinados y toda su actividad la expone permanentemente al juicio público.
- Se convierten en símbolos de todo su sexo. Las mujeres en cargos públicos suelen ser consideradas como representantes de todas las mujeres y por tanto, cuando cometen un error, se entiende que son “las mujeres” quienes no sirven (hay algunos ejemplos nacionales de esta situación).
- Carencia de aliados en sus organizaciones políticas, mayoritariamente masculinas.
- Falta de conocimiento sobre la estructura informal del poder.
- Exclusión de la red informal. La mayor parte de las decisiones, negociaciones y acuerdos, se toman entre los hombres cuyos lazos informales se basan precisamente en que son varones y comparten espacios, intereses, gustos, aficiones y amistades.
- Poco respeto y baja escucha y consideración a las actividades y opiniones emitidas por las políticas en sus partidos.
- Conflictos entre los distintos papeles que debe cumplir como mujer y como política.
La mayoría de las mujeres que participa en política vive alguna de las situaciones mencionadas y muchas veces creen que sus problemas se deben a deficiencias personales y no a la estructura masculina en la que deben moverse. En general, las mujeres que se dedican a la política deben enfrentar una contradicción: por una parte, probar que son exactamente igual de capaces que los políticos varones y, por otra, probar que el hecho de que haya más mujeres en la política implica una diferencia. A todo esto hay que agregar las dificultades prácticas de compatibilizar la actividad política con las responsabilidades familiares. En la actualidad, la población femenina es globalmente más educada que los hombres (especialmente en los tramos superiores), es decir, las mujeres económicamente activas tienen más años de estudio que los varones. Es de esperar que si se mantiene esta tendencia y se cambia la percepción sobre rol de la mujer en la sociedad –rechazando los tradicionales patrones culturales excluyentes- la brecha existente entre hombres y mujeres podría reducirse con los años.
Allí han estado, están y estarán el tiempo que sea necesario, las aguerridas , nobles y perseverantes Damas de Gente del Petróleo; Aixa Armas, nuestra digna, corajuda y capacitada representante del TREN en Caracas; y que decir de la Diputada Neydi Rosal, siempre valiente y decidida tras la fetidez de la podredumbre y corruptela alimentaria de este gobierno; capitulo aparte las inquebrantables, tenaces y nobles representantes de las Academias que nunca se doblegan: Jessy Divo, María Luisa de Maldonado y Cecilia García Arocha… y sobre todo, TODAS ESAS BELLAS HEROÍNAS ANÓNIMAS que han entendido que esta pobre rica Nación nuestra tan solo sufre de una prolongada pérdida de valores, de coraje y de los principios elementales que deberían conformar a sus familias, de allí su empeño y tenacidad para afrontar un régimen tan nefasto, pues la mujer va hasta el sublime sacrificio en la defensa de sus hijos, pues su ánimo ante la adversidad llega hasta lo sublime…el hombre en cambio, sueña o bebe, tal como anotase Cherteston. Tal vez de allí que les acompañe ese empeño en conservar el significado de su amor, de toda su inagotable ternura, como recompensa y como resultado de su lucha; tal vez por eso pensaba Napoleón Bonaparte que as batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo. En fin, tendríamos que tomar muchísimo espacio para ilustrar el extraordinario desempeño de mujeres que como María Corina Machado, hermosa dama que siempre ha sabido estar a la altura de las circunstancias, con determinación, frases oportunamente acertadas y sobre todo mucha dignidad nos permite considerar que que solo ellas –con un poquito de nuestra ayuda- nos sacarán de este marasmo…Con mi sincero respeto y admiración.