El régimen de Nicolás Maduro dijo el lunes que desarticuló un nuevo plan para asesinar al máximo líder de la revolución bolivariana y que arrestó a dos sicarios colombianos contratados desde Miami por el anticastrista Posada Carriles, pero la versión fue recibida con escepticismo ante la larga lista de complots denunciada por el oficialismo, publica El Nuevo Herald.
Antonio Maria Delgado
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“Están hablando de magnicidio, que alguien quiere matar al ‘Toripollo’ [Maduro]. Nadie se come ese cuento”, afirmó el líder de la oposición, Henrique Capriles. “El pueblo se ríe [de estos anuncios]”.
El Secretario General del partido Acción Democrática, Henry Ramos Allup, coincidió
“Es un tema trillado [….] Este es el magnífico número 43 que se anuncia, al final uno nunca ve pruebas tangibles de estas acusaciones”, expresó Ramos antes de preguntar: “¿Quiénes son esos magnicidas que deben tener fotos de Maduro y de Cabello para identificarlos? Es una prueba muy burda eso de haberle incautado una foto de ellos”.
El ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, dijo el lunes que las autoridades habían conseguido la foto en posesión de los dos presuntos sicarios.
Los detenidos recibieron ayuda para trasladarse dentro del país hasta la ciudad de Los Teques, donde fueron arrestados, pero los autores intelectuales de la conspiración estaban en el exterior, dijo.
“El cerebro inicial de toda esta organización es Posada Carriles”, expresó Rodríguez Torres. “Yo vengo denunciando de que esta conspiración se viene urdiendo desde Miami en conexiones con Bogotá y que Alvaro Uribe Vélez, sin duda, tiene conocimiento de todas estas cosas que están ocurriendo aquí”.
En posesión de los arrestados, se encontraban dos fusiles con mira láser, uno AR15 y otro M4; varios cartuchos de diferentes calibres; 10 uniformes del ejército venezolano, y la fotografía donde aparecen juntos Maduro y Cabello, dijo.
El ministro denunció en julio que las autoridades detectaron que algunos venezolanos, implicados en un complot, sostuvieron contactos con una supuesta asistente de Uribe, que identificó como Beatriz Delgado Peláez, y un colaborador del ex gobernante llamado Ernesto Tovar Macías.
En esa oportunidad, también sin presentar pruebas, afirmó que antes de las elecciones presidenciales del 14 de abril Uribe y el ex presidente de facto de Honduras, Roberto Micheletti, acordaron una reunión para un “plan de acciones violentas” en Venezuela.
Pero estas no son las únicas lanzadas sin pruebas desde que Maduro asumió la presidencia, en lo que es calificado por la oposición como tácticas para distraer la atención de los venezolanos de los graves problemas que enfrentan por la creciente delincuencia, la escalada de la inflación y el desabastecimiento de algunos alimentos y productos básicos como el papel higiénico.
Algunas de las denuncias realizadas por el chavismo incluyen que el cáncer del fallecido presidente Hugo Chávez fue inoculado, que a Maduro también le quieren inocular la enfermedad, que los problemas de escasez son causados por una operación de sabotaje económico emprendido por el empresariado y que la CIA y el Pentágono planean asesinar a Capriles para culpar al chavismo.
Asimismo, el oficialismo también ha culpado a la cadena de noticias CNN en Español de haber emprendido una campaña de desprestigio que pretende fomentar la intervención militar del país y que la oposición venezolana compró 18 aviones de guerra con miras de operarlos desde bases aéreas ubicadas en Colombia.
Este artículo fue complementado con los servicios cablegráficos de El Nuevo Herald