Un precioso vestido de niña, recién lavado, quedó colgado del parachoques de un autobús urbano, de esos que salen, o llegan, a la Redoma de Petare en Caracas. Quizás una atribulada madre, apurada como miles de mujeres caraqueñas, lo apoyó ahí mientras ordenaba su carga de “peroles”. Lo anecdótico del caso, es que ni los pasajeros y el conductor se dieron por enterados a pesar los los esfuerzos que hicimos por señalarle la peculiar “escoba” que llevaban colgada. Lo cierto, es que una niña caraqueña no pasará hoy una buena noche. (LP)