Francia da por hecho que el régimen sirio de Bachar Al Asad utilizó armas químicas el pasado 21 de agosto y se prepara política y militarmente ante una posible intervención para “castigar” junto a Estados Unidos a Damasco, una guerra que rechazan dos de cada tres franceses.
El primer ministro francés, Jean Marc Ayrault, ha convocado para mañana una reunión con los ministros de Exteriores y de Defensa y los representantes políticos de la Asamblea Nacional, el Senado y la oposición, preludio del debate sin votación sobre Siria que celebrará el miércoles el Parlamento.
Según la Constitución francesa, el jefe del Estado, François Hollande, no necesita la autorización de los parlamentarios para involucrar al país en una guerra pero el Gobierno busca recabar el mayor consenso posible ante una intervención a la que se oponen el 64 % de los franceses, según una encuesta publicada este fin de semana.
Antes de lanzarse a la ofensiva, Hollande esperará a los informes de los inspectores de la ONU y, sobre todo, a la decisión del Congreso de Estados Unidos, al que el presidente norteamericano, Barack Obama, consultará a partir del próximo día 9 de septiembre.
A pesar de que los parlamentarios británicos rechazaron el pasado jueves a la participación de Londres en el ataque y de que Berlín descartó colaborar, París sigue intentando formar una amplia coalición que respalde la ofensiva “disuasoria”, que Hollande justifica para “sancionar una violación monstruosa de los derechos humanos”.
Además, el eventual veto de Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas obligaría a Estados Unidos y Francia a lanzar el ataque al margen de la ONU, extremo que rechazan el 47 % de los franceses, según el sondeo del instituto demoscópico BVA que vincula esa postura con la guerra de Irak de 2003, a la que se opuso Francia.
Para convencer a la opinión pública francesa e internacional de que es necesario tomar medidas contra Damasco, los servicios secretos franceses publicarán en los próximos días documentos que prueban que Siria posee hasta 1.000 toneladas de armas químicas y tóxicas, como gases sarín, mostaza y VX, y que utilizó esos arsenales el pasado 21 de agosto contra un suburbio de la capital.
A esos bombardeos, mediante cohetes Grad, les siguieron los días siguientes “múltiples ataques de artillería” para eliminar las pruebas que intentaban recabar los inspectores de Naciones Unidas, según los extractos que avanzó hoy el periódico “Le Journal du Dimache”.
La información que maneja el espionaje francés acredita, según fuentes militares, que Siria posee “una de las reservas operativas más importantes del mundo” de ese tipo de armamento, prohibido por la Convención sobre Armas Químicas de 1993, firmada por 189 países pero no por Siria.
Al Asad, siempre según la información de esa cabecera, cuenta además con misiles Scud con un alcance de entre 300 y 500 kilómetros, misiles M600 y SS-21, bombas aéreas y cohetes de artillería hábiles para lanzar armas químicas.
Mientras Francia prepara su estrategia de comunicación, París ya ha iniciado los preparativos bélicos para dar una respuesta “proporcionada y firme” contra Damasco, en palabras de Hollande.
Según informó el semanario “Le Point”, el Ejército francés ha desplazado a las costas sirias la fragata Chevallier-Paul, cuya misión sería proteger a los aviones y submarinos franceses y estadounidenses que participarían en la operación.
“Sus medios de vigilancia darán a Francia capacidad autónoma para valorar la situación”, declaró un oficial francés a “Le Monde”. El portaaviones Charles de Gaulle, joya de la marina francesa, llegaría hasta la región en tres días, si fuera necesario.
Francia no cuenta con misiles Tomahawk capaces de golpear a 1.000 kilómetros de distancia, como Estados Unidos, pero puede equipar su flota de cazas Rafale con misiles de alta precisión SCALP-EG, con un alcance de 300 kilómetros y utilizados por primera vez en la guerra de Libia, en 2011.
Según “Le Monde”, los Rafale franceses actuarían en las costas sirias, mientras que los Tomahawk estadounidenses se emplearían en objetivos en el interior del país.
Con ello se buscaría dar apoyo aéreo a los rebeldes en una operación de duración limitada, aunque el único precedente exitoso de un ataque similar se produjo en 1986, cuando EE. UU. bombardeó al líder libio Muamar al Gadafi como respuesta a su supuesto programa nuclear y a su implicación en un atentado terroristas contra soldados norteamericanos, recuerda el coronel francés Michel Goya en su blog “La voie de l’épée”.
“De la misma forma que en Beirut en 1983, Hezbolá puede, por ejemplo, atacar fácilmente a los 670 soldados franceses aún presentes en el Líbano” dentro de la misión de la ONU (FINUL), señala Goya. EFE