Los jefes de Estado y de Gobierno del G20 despacharon rápidamente la foto de familia que puso fin a la cumbre de San Petersburgo, marcada por la tensión entre Estados Unidos y Rusia sobre Siria.
Fotos AFP y Reuters
En el marco incomparable del palacio Constantino de la capital imperial rusa, iluminado por un intenso cielo azul, los mandatarios de las principales potencias mundiales llegaron en varios grupos para posar en la tradicional foto.
El presidente estadounidense Barack Obama llegó con la canciller alemana Angela Merkel y besó a su homóloga brasileña Dilma Rousseff, con la que ha mantenido roces por las denuncias de espionaje de los servicios secretos norteamericanos. Los dos posaron juntos en la foto.
Solo tres mujeres, Merkel, Rousseff y la presidenta argentina Cristina Kirchner, figuraron en este club de hombres mayoritariamente vestidos de azul.
El último en llegar fue el anfitrión del encuentro, Vladimir Putin, que pasó por delante de Obama para ocupar su plaza en el centro de la escena. Entre ellos estaba el presidente indonesio.
Los participantes en esta cumbre, que se ha visto monopolizada por la crisis siria, posaron durante unos instantes ante los centenares de fogonazos de las cámaras de los fotógrafos. Algunos sonrientes, otros saludaron pero todos se fueron rápido sin que Putin y Obama intercambiaran siquiera una mirada.
AFP