José Vicente Carrasquero: Retro

José Vicente Carrasquero: Retro

Una rápida pasada por cinco países de América Latina parece suficiente para decir que nuestro país no ha entrado en el siglo XXI. La visita a un mercado golpea en la cara a quienes nos hemos tenido que someter a las consecuencias de un modelo económico que solo se ha traducido en escasez e inflación.

Un supermercado cualquiera en Lima, Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá o Guayaquil mantiene unos inventarios de productos y una variedad de los mismos que derrumba el necio discurso de incompetentes retro como Eduardo Samán. Uno de los pocos funcionarios en el planeta que cree que se puede contener la inflación y la escasez, con controles de precios y un anticuado y ridículo discurso que canta odas al socialismo.

El billete de cien pesos argentino tiene sentido. Una entrada al mercado de la esquina para comprar un litro de leche (variedad de marcas y mucha existencia), un poco de jamón, queso, agua, pan, medias lunas y papel de baño no lograron agotar el billete mencionado. Hay que decir que el cambio oficial del peso argentino es de 5.30 frente al dólar versus los casi 10 que se puede llegar a conseguir en el mercado blue.





El transporte público en cualquiera de estas ciudades es muy superior al que podemos encontrar en nuestras ciudades. Los taxis funcionan con calidad y con precios que al cambio oficial son muy inferiores a los que se pagan en Venezuela. El sistema de metro y buses satisfacen razonablemente las necesidades de transporte de los ciudadanos en una ciudad gigantesca como Buenos Aires con sus casi 13 millones de habitantes.

Pasear por las calles de estas ciudades nos lleva al encuentro de algo extinto en Venezuela. Concesionarios de vehículos con inventario suficiente para satisfacer los requerimientos de los posibles compradores. Variedad de marcas, modelos y precios muy por debajo de los que se exhiben en nuestro país. Por supuesto, hay que entender que los gobiernos de esos países promocionan a las ensambladoras, no les hacen competencia desleal y no hay una alcabala que limite los dólares necesarios para mantener la industria que emplea a miles de trabajadores.

La competencia en servicios de empresas de teléfonos celulares es verdaderamente asombrosa. Se puede adquirir en todos estos países cualquier teléfono de última generación a precios que convertidos al inexistente dólar oficial venezolano resultan tremenda oferta. Los mercados se han abierto de tal forma, que la subsistencia de las empresas pasa por dar excelente calidad de servicio a muy buenos precios. Al mismo tiempo mantienen una cantidad importante de empleados bien remunerados.

Vale la pena destacar que Ecuador está gobernada por un presidente que abraza la “ideología” del Socialismo del Siglo XXI. Sin embargo, no se le ha ocurrido cambiar la moneda de curso legal que es el dólar americano. Esta medida le ha permitido a este país tener la inflación bajo control y aumentar de forma importante la calidad de vida de los ciudadanos. Mientras que Ecuador busca llevar de otros países médicos y profesores a sus hospitales y universidades con muy buena remuneración, nosotros perdemos todos los días brillantes profesionales, empresarios y comerciantes que sienten, legítimamente, que no tienen por qué soportar una muy mala calidad de vida, teniendo con que labrarse un mejor futuro en otras tierras.

¿Dónde está lo retro? Aquí, en Venezuela. En la mentalidad de la clase política que nos gobierna. Unas personas tan incapaces, que 14 años no le han sido suficientes para convencerse de que el modelo que aplican fracasó porque estaba condenado al fracaso.

Lo retro está en la pésima calidad de vida del venezolano que pierde tiempo valioso en un tráfico infernal, que pierde su vida a manos de un hampa desbordada que no conoce límites en su accionar. En la imposibilidad para una pareja joven de comprar o incluso alquilar un apartamento. En el escollo que significa tratar de adquirir un vehículo. En la tristeza que genera ir a un mercado y no conseguir lo que buscas y que no te alcance el dinero para comprar aquello con lo que te tienes que conformar. En tener la moneda más débil del continente. En lo mal pagado de profesores, maestros, médicos, policías y en general todo el que presta servicio al Estado y que no está enchufado en un cargo de alto nivel.

Lo retro está en que Venezuela no ha entrado en el siglo XXI mientras el resto de los países de la región han puesto rumbo fijo hacia el desarrollo.

 

@botellazo