Pía Hemmerling es ciega, tiene 25 años y se ha pasado los últimos cuatro transformando su discapacidad en un valioso instrumento contra el cáncer de mama.
Su tacto, hiperdesarrollado después de una vida sin el sentido de la vista, es capaz de detectar bultos cancerígenos de entre seis y ocho milímetros en el tejido del pecho de una mujer.
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Su historia representa un gran paso adelante en la detección temprana del cáncer, según el doctor alemán Frank Hoffmann, un ginecólogo con 20 años de experiencia, quien tuvo la idea de formar a mujeres ciegas en exploración táctil hace seis años, frustrado por el bajo número de casos que lograba detectar por sí mismo.
“El tacto de un ginecólogo medio logra palpar bultos desde uno o dos centímetros”, explica. Por eso, la discapacidad de Pía “es un don” para sus pacientes.
Información completa en: BBC