Todos los proyectos que ha emprendido el gobierno venezolano en los últimos 15 años, tanto los nacionales como los que promueve en el exterior, terminan, en su casi totalidad, en fracaso.
¿Qué es de la vida del plan fantasioso de desconcentración poblacional “Eje Orinoco-Apure” del año 1999, promovido por el inefable Giordani, con el cual “nos mudaríamos” al Orinoco? ¿Cuáles son sus resultados tangibles?
¿Recuerda el lector el gasducto que desde las costas de Paria atravesaría el corazón de Suramérica hasta la Patagonia? ¿En que paró?
Ambos forman parte del gran fiasco que ha sido el gobierno chavista. Claro, en estos dos proyectos no todo fue negativo, unos cuantos se pusieron en muy buenos honorarios.
Pero sigamos.
¿Nos hemos olvidado ya de la construcción de alrededor de 34 refinerías que se propuso el gobierno, de las cuales sólo comenzó una en Cuba (Cienfuegos)?
¿Qué de las expropiaciones caprichosas y disparatadas, proyectos económicos también del gobierno? Allí, el panorama no es menos desolador.
El desastre al que han llevado todas esas empresas es sobrecogedor.
Todo lo que tocan lo malogran. Su incompetencia es congénita.
No solo las destruyeron, sino que encima tenemos como espada de Damocles, más de 30 juicios en el Tribunal arbitral del Banco Mundial; demandas que montan una suma cercana a los 32.000 millones de dólares.
Por cierto, recién nos dieron un palo en el caso de la Conoco-Phillips.
Y lo peor es, que los daños patrimoniales a la Nación que podrían sobrevenir en los próximos años, se convertirán en una pesada carga financiera que distraerá fondos necesarios para asuntos sociales prioritarios. Esto sin olvidar tampoco que bienes de la Nación en el mundo podrían ser embargados.
Éste es el resultado al que conduce la conducta de unos irresponsables e ignorantes funcionarios públicos, cuya ideología demencial y corrupción están hundiendo al país.
En todas las políticas que instrumentan naufragan. Con el control de precios y el control de cambios han causado una mortandad de empresas y una inflación enormes. Y ni hablar de la producción de alimentos, las importaciones de éstos productos desde otros países tiene a los empresarios extranjeros de plácemes. El funcionamiento de puertos y aduanas, es una vergüenza. La inversión extranjera la han espantado, y países vecinos se frotan las manos de alegría cada vez que el gobierno abre la boca o actúa. Las regulaciones laborales son una perversión económica, que estimula la haraganería y disminuye la competitividad.
Han fracasado, igualmente, con 20 planes contra la inseguridad.
¿Acaso Venezuela, según organizaciones internacionales, no se ha convertido en puente ideal del narcotráfico durante estos últimos años?
La última perla de este descalabro parejo y sostenido es el retiro de Venezuela como socio en la construcción de la refinería de Pernambuco, valorada en 17.000 millones de dólares.
Nadie debe haber olvidado el sin número de manifestaciones de júbilo expresadas por Lula y Chávez con ocasión del anuncio de un proyecto que debían ejecutar Petrobras y Pdvsa en aquella región brasileña.
Discursos integracionistas inflamados iban y venían. La hermandad suramericana se estaría anotando un tanto de trascendencia universal. Los pueblos brasileño y venezolano estaban marcando un hito en la construcción de “la Patria grande” que tanto habían soñado Abreu e Lima y Bolívar. El imperialismo y sus lacayos temblarían de miedo ante el empuje de este duo. Chávez y Lula, convertidos en los adalides de la integración latinoamericana, iban a doblegar los poderosos del mundo.
¿Qué pasó al fin? Pues, que Venezuela, después de muchos retrasos, no pudo honrar los compromisos que asumió (40% del valor). La solvencia del país está en cuestión, cuesta abajo en su rodada. A pesar de los cerca de 900 mil millones de dólares recibidos durante 15 años y del endeudamiento astronómico, no hay suficientes dólares para aportar al proyecto, ni para garantizar los préstamos.
La “alianza estratégica” tan cacareada se volvió agua de borrajas, puro bla bla. El gobierno venezolano “dobló las patas“.
Más agua para el molino del descrédito internacional de nuestro atribulado país. Otro fracaso a anotar en el balance fatídico de los revolucionarios bolivarianos.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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