Ratificando sus desacuerdos, los jefes demócratas y republicanos en el Congreso concluyeron la noche del miércoles una reunión con Obama, al cumplirse el segundo día de cierre parcial del Estado federal.
Debido a la falta de acuerdo con los republicanos por el tema del presupuesto en el Congreso, las administraciones centrales en Estados Unidos están parcialmente cerradas desde la mañana del martes.
El miércoles, Obama dijo estar “exasperado” por esta crisis con el Congreso e intentó sumar a sus filas a los inversores de Wall Street.
“Evidentemente, estoy exasperado, porque (esta crisis) es completamente superflua”, dijo el presidente durante una entrevista con la cadena de televisión CNBC, reiterando que no negociará con sus adversarios sobre el aumento del techo de la deuda.
“Wall Street, esta vez, debería estar inquieta” por el bloqueo actual, precisó Obama poco después del cierre de la Bolsa de Nueva York.
Frustrados por no haber obtenido hasta ahora ninguna concesión sobre el presupuesto por parte de los demócratas, cada vez más legisladores republicanos vinculan el debate sobre el cierre de los servicios federales al del alza del techo de la deuda.
Si el Congreso no da luz verde de aquí al 17 de octubre para aumentar el techo de la deuda, Estados Unidos corre el riesgo de encontrarse en default de pagos a partir de esa fecha, una situación sin precedentes.
“Catastrófico”
“Si Estados Unidos pone a su deuda en default, se corre el peligro de enviar una señal a los mercados de que el país no es un tomador de préstamos creíble. Y a la vista del volumen de la deuda que circula dentro del sistema estadounidense, eso podría ser catastrófico”, advirtió David Smith, del centro de estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de Sidney.
En Pekín, la agencia oficial China Nueva también expresó su “inquietud” por las repercusiones de esta crisis sobre la economía mundial, y puso como ejemplo a varios países emergentes.
“Aunque su impacto inmediato parece limitado, los daños se multiplicarán si la situación continúa durante varios días, incluso semanas, suscitando inquietudes sobre los riesgos de contagio”, destacó China Nueva.
Para el ministro filipino de Finanzas, Cesar Purisima, el bloqueo estadounidense “es una desgracia para el resto del mundo, porque hasta países como Filipinas son llevados hacia un remolino debido a ese juego de villanos en Washington”.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, expresó su inquietud el miércoles, estimando que esta parálisis representaría, “si se prolonga, un riesgo para Estados Unidos y para el mundo”.
Los mercados han permanecido en calma hasta el momento pero los inversores se interrogan sobre el impacto de ese bloqueo sobre el crecimiento.
A su salida de la Casa Blanca, donde se había reunido con Obama y otros pesos pesados de las finanzas estadounidenses, el director general de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, advirtió que si bien “existen precedentes de una parálisis del Estado, no hay ningún precedente para un default” de la deuda norteamericana.
“Podemos discutir de nuevo sobre cuestiones políticas (…) pero no se puede hacer uso de la amenaza de un default sobre la deuda” como medida de presión, estimó Blankfein.
Los republicanos, opuestos a la reforma de la salud promulgada por Obama, rechazan votar un presupuesto que no suprima la financiación de esa ley.
“El presidente repitió una vez más que no quería negociar”, subrayó el jefe de los republicanos en la Cámara de representantes, John Boehner, al retirarse de la Casa Blanca la noche del miércoles.
La Casa Blanca no ofreció detalles hasta el momento sobre la reunión que se extendió por una hora y media.
Consultado luego de la salida de Boehner de la residencia ejecutiva, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, excluyó que se vaya a ceder sobre la reforma sanitaria y exhortó a los republicanos a adoptar una ley de presupuesto que sea válida por algunas semanas, el tiempo necesario para lograr un acuerdo más extenso.
Alrededor de 800.000 funcionarios federales estadounidenses, sobre más de dos millones, fueron licenciados sin sueldo y todas las administraciones han reducido sus efectivos al mínimo para funcionar, en una medida adoptada por primera vez desde 1996.
Este cierre parcial de los servicios federales marca un pico de tensión tras 33 meses de enfrentamientos sobre el presupuesto entre demócratas y republicanos, que retomaron el control de la Cámara de representantes en enero de 2011, tras la elección de decenas de legisladores del movimiento ultraconservador Tea Party.
AFP