El estado actual de las circunstancias del país nos obliga a fijar posición con claridad. No es hora de escurrir el bulto, sino de explicitar con determinación las cosas que hay que señalar. No es momento pues de ceder, ni de traicionar las propias creencias de nuestra interioridad más profunda. Ciertamente la coyuntura de la compleja trama exige, en tanto y en cuanto ciudadanos, una firme disposición que nos comprometa de frente con un conjunto de ideas que coadyuven a generar la destreza ciudadana que los escenarios del entorno sugieren.
Visto el estado de cosas que todos consustancialmente observamos de manera aguda, es indudable que Venezuela se acerca a un momento de encuentro con su especificidad más profunda.
Por otra parte, y dados todos los condicionamientos actuales, el aumento constante en calidad y extensión de nuestra actividad, ayuda a la preparación y realización de las actitudes de los ciudadanos hacia sus deberes ineludibles.
Claro está, hay que señalar con contundencia y aun a riesgo de ser perseguido por ello, que no es indispensable magnificar el peso de los problemas mencionados, ya que el reforzamiento y desarrollo de las estructuras obstaculiza la apreciación de las circunstancias y también de las básicas premisas adoptadas de manera circunstancial. Incluso, bien pudiéramos aventurarnos a sugerir que el proceso consensuado de unas y otras acciones concurrentes permite explicitar, en todo caso, las razones fundamentales de toda una casuística de amplio espectro. Sin embargo, no debemos olvidar que un relanzamiento específico de todos los sectores implicados asegura, en todo caso un proceso muy sensible sobre las formas organizativas de nuestra sociedad.
Por último , hay algo muy grave que debemos decir con la mayor responsabilidad: la angosta multiplicación recrea un veraz espectáculo de factores coincidentes que promueven premisas sectoriales, elaboran modernas estructuras, evalúan sistemáticamente trayectorias tangenciales, coordinan esfuerzos multifactoriales y moldean realidades veraces completamente integradas. Por ello, parafraseando a Serrat: no debemos perder la ocasión de declarar nuestro empeño en propiciar un diálogo de franca distensión nos permita hallar un marco previo, que garantice unas premisas mínimas que faciliten crear los resortes que impulsen un punto de partida sólido que establezca las bases de un país con los cimientos de una plataforma donde edificar un hermoso futuro de amor y paz.
Este es mi pensamiento. Y si a alguien no le gusta, que me argumente lo qué está mal y lo discutimos. Porque como dijo el gran Groucho Marx: “estos son mis principios y si no le gustan tengo otros”.