Según un comunicado de la Cancillería nacional, la visita que hoy realiza a nuestro país el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Elías Jaua, responde a una invitación que le cursara en su oportunidad su homólogo paraguayo Eladio Loizaga a “fin de continuar trabajando en el proceso de normalización de las relaciones bilaterales”, y “en seguimiento de las conversaciones iniciadas entre los presidentes del Paraguay, Horacio Cartes, y de Venezuela, Nicolás Maduro, en Surinam, en ocasión de la Cumbre Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)”. Si la visita tuviera como único objetivo la normalización de las relaciones bilaterales entre los dos países, enhorabuena. Pero si en la ocasión los cancilleres van a tratar también asuntos relacionados con el Mercosur, la cosa se complica.
En primer lugar, el presidente Horacio Cartes ha asumido una clara posición frente a la ilegal admisión de Venezuela en el bloque económico regional a espaldas de Paraguay, en abierta violación de la ley internacional. En efecto, como Presidente electo, el señor Cartes formuló una declaración pública el 12 de julio de 2013 sobre las decisiones tomadas en la Cumbre del Mercosur en Montevideo, las que incluyeron, entre otras cosas, el cese de la suspensión del Paraguay del bloque y el traspaso de la Presidencia Pro Témpore del Mercosur para el segundo semestre de 2013 al señor Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Sobre este último punto el Presidente electo había puntualizado cuanto sigue: “Un hecho fundamental de la política internacional es la vigencia del Derecho Internacional. La política no es fuerza ni arbitrio. Tampoco legitima cualesquiera hechos y procedimientos que se aparten del derecho”.
“Las características jurídicas del ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur, en julio de 2012, no han sido subsanadas conforme a las normas legales a que se debe ajustar el ingreso de un nuevo miembro, y al Tratado de Asunción (Art. 20), el Protocolo de Ouro Preto (Art. 3 y Art. 37) y el Protocolo de Adhesión de Venezuela (Art. 12). El mero transcurso del tiempo o decisiones políticas posteriores no restablecen, por sí, el imperio del derecho. El derecho concerniente, internacional y nacional debe ser reconocido, respetado y cumplido, tal como se ha acordado. Es decir, pacta sunt servanda”, agregaba Cartes en el aludido pronunciamiento.
En segundo lugar, ninguna de las arbitrariedades denunciadas por el Presidente paraguayo con relación al ilegal ingreso de Venezuela al Mercosur han sido hasta ahora enmendadas, ni mucho menos. El hecho de que en ocasión de la Cumbre de Unasur, en Surinam, aparecieran sonrientes y con las manos entrelazadas Dilma, Cartes y Maduro en modo alguno fue tomado por la opinión pública paraguaya como una reculada del presidente Cartes con relación a la ilegal admisión del país caribeño en el Mercosur, sino más bien como mera actitud protocolar en el contexto de las relaciones multilaterales derivadas de los tratados regionales de integración.
Sin embargo, para la opinión pública nacional no pasó desapercibido el hecho de que, en ocasión de la visita a Brasilia realizada recientemente por el Presidente paraguayo, su anfitriona, Dilma Rousseff, sibilinamente le espetó que el Mercosur ahora se extendía desde la Patagonia hasta el mar Caribe, con lo que le reafirmaba que, al menos para el Brasil, Venezuela era parte del Mercosur. Vale decir, lo que en términos diplomáticos la Presidenta brasileña le dijo en la ocasión al presidente Cartes fue: para Brasil, Venezuela es miembro pleno del Mercosur, más allá de los cuestionamientos legales que usted pueda hacer al respecto. El problema es suyo, véase. Punto.
Obviamente, no sabemos cuál fue la respuesta del Presidente paraguayo a la tajante postura de su colega brasileña a favor de Venezuela. Sin embargo, la inopinada visita del canciller venezolano por invitación de su colega Eladio Loizaga abre un abanico de interrogantes respecto del dilema que se le presenta al presidente Cartes con relación al Mercosur. ¿Se rindió Cartes al canto de sirena de Dilma y va a desdecirse de lo solemnemente prometido al pueblo paraguayo, que no negociaría ningún acuerdo a expensas de la dignidad de la nación paraguaya? Si apenas se tratare del restablecimiento de las relaciones bilaterales con el país caribeño, ¿cómo se puede entablar negociaciones con un chiflado personaje que funge de presidente y tiene pajaritos en la cabeza, y que dice que duerme y habla con el muerto Chávez?
El dilema que enfrenta el flamante Presidente de la República es crucial para la suerte de su gobierno y del nuevo rumbo que se ha propuesto seguir en la conducción del país. Una reculada de la firme posición legal asumida frente al Mercosur también afectará seriamente la credibilidad pública en la dignidad del Senado de la nación, habida cuenta de que ese alto cuerpo legislativo había rechazado el protocolo de admisión de Venezuela al Mercosur en octubre de 2012. Podría argüirse que se trata de un nuevo Congreso, pero eso no exime a la Cámara Alta de su responsabilidad constitucional de coherencia en defensa de los intereses nacionales, entre los que se cuenta la dignidad de la nación. Si se comprobare que el presidente Cartes ha cedido a las presiones diplomáticas de Itamaraty y abjurado de su patriótica cuan digna posición inicial con relación a las arbitrariedades de Brasil, Argentina y Uruguay en el Mercosur, ¿tiene el Presidente el derecho de presionar al Senado de la nación para que convalide la ilegal admisión de Venezuela en el bloque, simplemente porque él ha decidido hacerlo, pisoteando el solemne compromiso voluntariamente asumido con el pueblo paraguayo en un primer momento? Si esto resultare así, ¿cómo el pueblo va a confiar en un Presidente que no cumple con lo que promete?
De cara a estas consideraciones, si se comprobare que la posición diplomática asumida por el presidente Cartes con relación al Mercosur es hacer primar los intereses estratégicos de su gobierno sobre los valores de la nación paraguaya, tal actitud va a tener sus consecuencias en lo interno, pues abrirá una grieta de credibilidad pública entre la retórica del Presidente y los logros de su gobierno. Finalmente, los paraguayos terminarán preguntándose si Cartes tiene una estrategia de gobierno, o si meramente va a responder a los eventos, como su anodino antecesor en el cargo, Fernando Lugo.
El caso le presenta al presidente Cartes una excelente oportunidad de demostrar su sensatez y sus condiciones de estadista
Publicado originalmente en el diario ABC Color (Paraguay)