Wanless se refirió a los resultados de una encuesta realizada por la organización, recogida hoy por la BBC, que indica que a seis de cada diez jóvenes británicos le han pedido imágenes o vídeos de contenido sexual.
De una muestra de 450 adolescentes de todo el Reino Unido, el 40 % reconoció haber creado ese contenido sexual, si bien solo un cuarto lo había enviado por mensaje.
Según los datos, el 58 % de los que enviaron este tipo de mensajes lo hicieron a sus parejas, pero un tercio reveló que lo había enviado a alguien a quien solo conocía por internet, mientras que el 15 % confesó que lo había enviado a un extraño.
Un 28 % de los que habían compartido sus vídeos e imágenes de contenido sexual no sabía si su mensaje se había difundido a otras personas y el 20 % sí conocía la divulgación de sus contenidos a terceros.
Más de la mitad de la muestra consultada dijo que había recibido material de contenido sexual y un tercio de ellos añadió que provenía de un contacto desconocido.
Wanless declaró a la BBC que el “sexting” se extiende cada vez más entre los adolescentes del Reino Unido y que “es casi una norma que los jóvenes que mantienen una relación de pareja tengan que compartir imágenes explícitas de ellos mismos”.
Según la legislación británica, aunque la edad de madurez sexual se establece a los 16 años, tomar, guardar o compartir fotografías “indecentes” de alguien menor de 18 está considerado un delito.
La Asociación de jefes de policía (Acpo) comentó no obstante a la cadena pública que es improbable que los niños sean procesados por practicar “sexting”.
Según los expertos de la Agencia de delitos de explotación infantil y el centro de protección online (Ceop), el aumento del número de jóvenes que tienen un teléfono inteligente con cámara, junto con el desarrollo de la tecnología, ha creado una “tormenta perfecta” para el incremento de prácticas como el “sexting”.
Subrayan además que la conexión a internet de los móviles permite que los “sexts” o mensajes de contenido sexual se publiquen de forma instantánea en las redes sociales y los convierte en accesibles para millones de personas, con el riesgo de que delincuentes los utilicen para hacer chantajes. EFE