Los números inquietos que en los últimos meses vienen mostrando los estudios de opinión, reflejan una sociedad inmersa en un interesante proceso de cambio, en cuanto a la matriz de percepciones yacientes en el terreno político.
Diferentes indicadores muestran un deterioro en la “fidelidad” de los siempre incondicionales seguidores del ex presidente Hugo Chávez, hacia la actual gestión de gobierno y su liderazgo. Este fenómeno no produce necesariamente una debacle inmediata en el apoyo que una fracción política ostente, pero si muestra una peligrosa fragilidad del terreno sobre el cual ese apoyo se basa. Los estudios de opinión muestran que el desgaste oficialista crece alimentado por las dudas que la nueva dirección política que ocupa el gobierno genera tanto en sus tradicionales seguidores, como en quienes han insistido por años en mantener una posición “neutral” ante la desconfianza que las dos principales opciones políticas les generan.
La incidencia que pueda tener este fenómeno en un evento electoral de naturaleza local, como lo es la elección de alcaldes y concejales del próximo 8D, es algo difícil de predecir. Si bien los motivadores para el voto municipal están fuertemente ligados a las realidades de cada comunidad y a la percepción de la gente en cómo un candidato pueda incidir en ellas, la imagen de la que goce la dirección política nacional de la corriente de cada candidato no deja de ser un aspecto de importancia en la decisión de los votantes al acudir a sufragar.
El trabajo de la oposición es mostrar las virtudes de sus candidatos en cada municipio, a la vez que establecer una adecuada estrategia comunicacional que aproveche las “dudas” crecientes en la población neutral y oficialista “light”, para endosarlas de alguna manera a la imagen de las opciones que presenta el Polo Patriótico. Por su parte, el oficialismo continuará su campaña reforzando la percepción en el votante de que ellos representan la continuación de las ideas, sentimientos y acción del líder supremo Hugo Chávez, y así atenuar el efecto del desgaste.
Si bien el “calor” electoral aun no se siente en toda su intensidad, los números muestran que existe una posibilidad cierta de que la oposición logre superar en número de votos al oficialismo –mas no en número de alcaldías-; de hecho, los votos están, al menos en intención. El problema es que esas intenciones deben concretarse en las urnas y es aquí donde la oposición enfrenta su mayor reto, ya que la disposición a votar de sus seguidores muestra francas debilidades, convirtiéndose esto en el Talón de Aquiles para sus aspiraciones de conquistar una victoria simbólica a través del voto absoluto. Para la oposición, es imperativo trabajar sobre este punto.
Los factores que producen la debilidad en la intención del voto opositor son varios, y van desde el desánimo que pudo haber causado la sensación de derrota por vía ilegítima en los pasados comicios electorales, hasta las dudas que puede generar en los votantes el ente electoral y su actuación, percibida como sesgada. El estudio ejecutado por la Universidad Católica Andrés Bello sobre la imagen del Consejo Nacional Electoral arroja valiosos elementos para analizar esta realidad, y puede dar luces a ambas fracciones para manejarla a su favor, en lo que al diseño de campañas se refiere.
Sobre este estudio comentaremos en una próxima entrega, sin embargo, lo cierto es que la abstención jugará nuevamente un rol primordial en las estrategias que las fuerzas políticas deben poner en marcha durante el próximo mes y medio.
Félix Seijas