En el capítulo IV de la Constitución venezolana referente a los derechos sociales, vemos parte de las obligaciones del Estado como la de garantizar el derecho a la salud, educación, familia o maternidad. En ningún artículo de la Carta Magna se habla de que el estado ejerza funciones paternalistas sobre sus ciudadanos.
Es decir, que la única explicación de la aptitud de nuestros gobernantes, responde a heredados comportamientos de la llamada “Cuarta República”.
Probablemente el ambiente electorero del día a día no sacar a relucir las habilidades políticas de nuestros funcionarios o dirigentes, quienes se pasean por las calles venezolanas únicamente buscando votos; ofreciendo electrodomésticos, tanques de agua, casas, carros, o incluso pintura para paredes.
La renta petrolera parece ser nuestro principal enemigo, porque esos dólares son los que han ayudado a mantener el estatus de Papá Estado.
Relación “familiar” estado-ciudadano
Cuando nace un hijo/a en condiciones regulares, los padres son los encargados de protegerlo, educarlo y de darle la atención necesaria para que éste pueda crecer y desarrollarse de manera satisfactoria.
Unos antes, otros un poco después, pero alrededor de los 18 años (mayoría de edad), teóricamente ese ser humano estaría preparado para enfrentar sólo/a las responsabilidades que le presenta la vida. En este punto los padres pasan a ser un apoyo, el cual no debe ser imprescindible.
Toda esta corta explicación de las relaciones familiares es comparable a la relación entre el estado venezolano y sus ciudadanos. Los regalos o subsidios de gasolina, dólares, alimentos, vivienda, vehículo o bonos especiales, son pagados directamente por el gobierno a través de los dólares de la renta petrolera. Dinero que lleva unos 50 años entrando a la nación sin parar.
¿Cuándo Papá Estado dejará de hacernos tan malcriados? ¿Cuándo exigiremos como pueblo que se nos trate como ciudadanos y no como hijos? Preguntas quizás desagradables para muchos venezolanos, y es que aparentemente ser “hijo del Estado” ofrece muchas comodidades. Pero ¿qué seremos como nación cuando se acabe el auge petrolero?
Venezolanos utópicos
A pesar del incesante clima de polarización que se vive en el país desde hace más de 10 años, se dejan escuchar otras ideas que no responden a cuestionamientos del toma y dame natural de la politiquería venezolana, por el contrario, son voces que proponen hechos concretos que de cumplirse nos harían un mejor país, con mejores ciudadanos.
Grupos de jóvenes que se han unido poco a poco para manifestar sus intereses rodeando al arte, los deportes, el ecologismo, la diversidad sexual, la protección animal, por sólo nombrar algunos; grupos integrados por negros, blancos y grises, chavistas, opositores y ninis, con un apellido cultural en sus ideas políticas luchando causas ciudadanas.
Sin duda, alejarnos de los temas propuestos por la politiquería venezolana y pensar en soluciones quizás más aisladas, pero que con el tiempo representaran verdaderos cambios en nuestra sociedad, es una de nuestras mejores opciones.
No tenemos que esperar 10 años más para tener discusiones abiertas sin tabúes sobre diversidad sexual, legalización de drogas u otros tópicos. Es indudable que algo no anda bien en nuestra sociedad, y más vale tarde que nunca reparar esos daños escenificados principalmente por nuestra doble moral.
Dejar de ser hijos y ser adultos para construir nuestra propia familia, dejar el populismo paternalista y convertirnos en ciudadanos reconstruyendo nuestra sociedad, valores y creencias.
Por: Pablo Hernández