La decisión de dejar a dos diputados sin voz en el Parlamento, las tensiones con los medios de comunicación y las constantes acusaciones del Gobierno a la oposición han hecho subir la temperatura política de Venezuela a menos de dos meses para las elecciones municipales.
José Luis Paniagua/EFE
El chavismo ha hecho del conflicto y el antagonismo con la oposición el combustible con el que alimentar la maquinaria de movilización de sus bases en citas electorales como la que se aproxima y el ventilador con el que enfriar las críticas cuando la acción de Gobierno no satisface las expectativas.
Así lo hizo el fallecido Hugo Chávez y así lo hace el actual presidente, Nicolás Maduro, que incluso ha redoblado su apuesta por esta opción en momentos de crisis.
El conflicto tiene enormes ventajas, permite fijar la agenda política de país, conseguir un respaldo constante en una situación que es siempre de emergencia para los seguidores y tapar todo cuanto anda descarrilado o roto en el Estado.
El analista Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis, indicó a Efe que el Gobierno “intenta evadir por la vía de la discusión política, la construcción de chivos expiatorios, la argumentación de culpables”, los efectos del “deterioro significativo” que los ciudadanos perciben en la situación económica.
Con una inflación rozando el 40 % a falta de tres meses para el final del año, un dólar disparado en el mercado paralelo ilegal y una economía con evidentes síntomas de ralentización (bajó de 5,6 % a final de año a 1,6 % en el primer semestre), el Gobierno ha puesto varios temas sobre la mesa para tratar de restar protagonismo al asunto y ha reordenado la agenda.
El principal tema promovido desde el Gobierno es la apertura en los últimos meses de una lucha contra la corrupción.
Maduro ha proclamado el fin de la impunidad de los “falsos rojitos”, en alusión a dirigentes chavistas que se aprovecharon de sus cargos, actuando contra un exgobernador, el alcalde de Valencia, tercera ciudad del país, y varios responsables en organismos del Estado, todos oficialistas.
El chavismo también denunció y promovió el desafuero de dos diputados de la oposición, además de acusar a Óscar López, jefe de gabinete en el estado Miranda, que dirige el líder opositor Henrique Capriles, de encabezar una red de prostitución homosexual y hasta de trata de “blancos y blancas”.
En este contexto, Maduro presentó en la Asamblea Nacional (AN-Parlamento) un proyecto de Ley Habilitante que ya antes de llegar al Legislativo unicameral se había convertido en el punto estelar de la agenda política venezolana.
Ese mecanismo, que permite al presidente legislar sin control parlamentario no es nada nuevo en Venezuela.
De los últimos 72 meses de Gobierno en Venezuela (desde 2007), 36 se han pasado bajo ese formato; además el oficialismo cuenta con mayoría absoluta en la AN con lo cual puede aprobar holgadamente prácticamente cualquier ley.
Sin embargo, la oposición colocó el asunto en el primer punto de su propia agenda insistiendo en que, como en otras ocasiones, esta disposición conduce a un escenario sin vuelta atrás y que esas facultades no buscan otra cosa que dar carta blanca al presidente para perseguir a sus adversarios.
Para León, “Maduro ha marcado la pauta política al radicalizar de manera mucho mas fuerte que Hugo Chávez” el discurso, porque la situación económica le hace llegar a unos comicios en una situación de riesgo como no tuvo su antecesor.
El director de Consultores 30.11, Germán Campos, dijo a Efe que la oposición tiene bastante tiempo “reaccionando frente al discurso del Gobierno y no construyendo y quizá eso sea consecuencia (…) de que la oposición actúa por adversar una visión del país, pero no ha logrado cuajar, presentar un proyecto alternativo”.
Con la agenda centrada en lo político, el Gobierno trata de minimizar los efectos de la situación económica ante las elecciones del 8 de diciembre, unos comicios que serán la primera piedra de toque para Maduro tras el estrecho triunfo de abril de 2013.
Para ello, el discurso del Gobierno buscará convencer a sus seguidores de la necesidad de mantener la unión. De hecho, Maduro decretó el 8 de diciembre como el día de la “lealtad al legado de Hugo Chávez y del Amor a la Patria”.
Queda ver si la polarización que habitualmente inunda los comicios nacionales funciona en una contienda que es siempre más directa, como la municipal, y si los votantes tienen en cuenta el contexto político nacional o la realidad que viven en carnes propias cada día. EFE