Identificar el autismo lo antes posible puede ser fundamental para afrontarlo mejor. Pero, ¿cómo percibirlo en un bebé o en un niño pequeño? Científicos norteamericanos han dado un paso en ese sentido al conseguir identificar el autismo en la mirada del niño en sus primeros meses de vida, publica el portal 20minutos.es.
Investigadores del Centro Marcus de Autismo en Atlanta y la Escuela de Medicina de la Universidad Emory (Estados Unidos) han detectado marcadores en dos bebés de seis meses de edad que más tarde fueron diagnosticados con autismo utilizando la tecnología de seguimiento ocular para medir la forma en la que estos menores ven y responden a las señales sociales. Los investigadores siguieron a los bebés desde el nacimiento hasta los 3 años de edad y aquellos que más tarde fueron diagnosticados con autismo mostraron disminución de la atención a los ojos de los demás, desde la edad de dos meses en adelante, según los resultados de este trabajo, que se publican en la edición de Nature.
Los autores del estudio analizaron dos grupos de recién nacidos, con bajo y alto riesgo de tener trastornos del espectro autista. Los bebés de alto riesgo tenían un hermano mayor ya diagnosticado con autismo, lo que aumenta 20 veces las posibilidades de desarrollar la condición. Evaluaron a los niños en sentido longitudinal y confirmaron sus resultados de diagnóstico a los 3 años. A continuación, los investigadores analizaron los datos de los primeros meses de los bebés para identificar los factores que diferencian a los que recibieron un diagnóstico de autismo de los que no fueron diagnosticados con la enfermedad.
Encontraron una disminución constante en la atención a los ojos de otras personas, desde los dos hasta los 24 meses, en niños diagnosticados posteriormente con autismo. Las diferencias eran evidentes incluso en los primeros seis meses. Los investigadores advierten que lo que observaron no sería visible a simple vista sino que requiere una tecnología especializada y mediciones repetidas de desarrollo del niño. “Los padres no deben esperar ver esto sin la ayuda de la tecnología y no deben preocuparse si un bebé no mira a los ojos en cada momento”, advierte Warren Jones, autor principal del estudio.
Antes de que puedan gatear o caminar, los niños exploran el mundo de forma intensa mirándolo, fijándose en caras, cuerpos y objetos, así como los ojos de otras personas. Esta exploración es una parte natural y necesaria del desarrollo infantil y de esta forma se establecen las bases para el crecimiento del cerebro. Aunque los resultados indican que la atención a los ojos de los demás ya está disminuyendo entre los dos y los seis meses en los lactantes más tarde diagnosticados con autismo, mirar a los ojos de los demás no parece estar totalmente ausente, de forma que, si se identifican los bebés a esta edad temprana, se podrían diseñar intervenciones más exitosas.
El contacto con los ojos juega un papel clave en la interacción social y el desarrollo y en el estudio, los niños cuyos niveles de contacto con los ojos disminuían más rápidamente también eran los que estaban más afectados por la condición en el futuro.