Después de ver el parto de los montes de 3 horas largas de cadena en la que Nicolás Maduro -entre amenazas e insultos a la oposición, a los medios y al sector privado- reincide en los graves errores que están llevando al país por el despeñadero, muchos concluimos que tal perorata tenía como finalidad impedir que algún medio valiente transmitiese las imágenes de Capriles Radonski con el Papa Francisco y los vítores y abrazos que le prodigaron cientos de personas en la plaza del Vaticano.
Con el ilustrativo carómetro de la audiencia cautiva como fondo -que las cámaras oficiales no pudieron edulcorar- Maduro anunció las “estrategias para derrotar la guerra económica silenciosa emprendida por la burguesía parasitaria y acelerar la transición al socialismo”, consistentes en una“operación cívico-militar que supervisará y fiscalizará hasta el último eslabón de la cadena de producción y distribución” mediante la cual recrudecerá la razzia contra quienes aún insisten en la gesta de producir algo en este país. Si tal “operación” la comenzase por las muchas empresas y fincas confiscadas al grito del “exprópiese” -cosa que no hará-, se encontraría con desiertos que nada producen por haber sido expoliados por altos funcionarios “parásitos” y “corruptos”. En nuestra desesperada búsqueda para conseguir harina de maíz, por ejemplo, no hemos encontrado un solo paquete “producido” por las muchas procesadoras en manos del Estado. Solo la valiente Polar sigue colocando la creciente producción de su Harina Pan en los mercados (pero insuficiente para todo el consumo nacional), como prueba de que, si no fuera por las importaciones y la esforzada producción de quienes el reposero llama “burguesía parasitaria”, los venezolanos habríamos muerto de hambre.
“Los controles son anuncios de escasez” reza la mancheta de EN (07-11-13). Maduro lo sabe pero nos miente porque su empeño está en instaurar la hambruna y represión cubanas que le garanticen su permanencia en el poder. El BCV registra 22,4% de escasez en octubre, 9 puntos por encima de la de octubre de 2012 y la más elevada de los últimos 5 años. En septiembre la escasez de 16 alimentos básicos era superior al 41% (98,8% el aceite, 84,3% leche en polvo, 80,8% azúcar, etc.). Maduro sabe que no hay acaparamiento, ni especulación y que la inflación que supera el 70% en alimentos es producto del dispendioso gasto público (58% ha subido el gasto oficial de 2013 que ya supera los Bs. 625 mil millones); de la irresponsable impresión de dinero inorgánico del BCV para alimentar ese gasto (mientras farisaicamente habla de normas para secar la liquidez que ha crecido 71% este año) y de la devaluación que ha llenado los bolsillos de los enchufados con el saqueo de divisas y quiebra del BCV.
Maduro ataca y censura a los medios que cumplen con su deber de garantizar el derecho de los ciudadanos a la información. “Desde enero hasta octubre se han registrado 158 ataques a la libertad de expresión, desde amenazas, agresiones físicas a periodistas, detenciones, procesos judiciales y censura” (Olivares EU27-10-13). Nicolás pretendió negar las cifras de su BCV y las vergonzosas colas de Mercal, que comienzan a las 2 am. ¿Hay vejamen mayor al que Maduro someta a “su” pueblo? A él no le importa que los pobres se alimenten mal, que los jóvenes sean masacrados por miles en los barrios; que otros mueran ruleteados por hospitales sin equipos ni insumos. Lo que le importa es que esos horrores se silencien y se pierdan entre los ríos de propaganda de los muchos medios que controla. La última arremetida fue contra 3 periodistas de 2001, agredidos por militares en Fuerte Tiuna cuando cubrían una feria navideña en Mercal y confiscadas sus gráficas con protestas en las colas. Maduro desmintió varios titulares de El Universal y otros medios que contenían, en su totalidad, cifras oficiales del BCV sobre el aumento de la escasez y la inflación (caballos de Troya a los que teme más que a mostrar su partida de nacimiento).
En sus delirantes desvaríos Maduro anuncia la instalación en los barrios, no de agua sana y potable, ni de un buen servicio eléctrico y transporte público o de cuerpos de seguridad que protejan sus vidas, sino de baterías antiaéreas (si atacase el imperio volarían los lugares donde viven los pobres que tanto dicen amar). La “estrategia” de culpar a la oposición del caos creado por la ineptitud y corrupción del gobierno ya no se la traga el pueblo. Las encuestas registran que más del 70% culpa a Maduro de los males que estallarán el 8D como rechazo masivo a quienes acabaron con el sueño de paz, democracia y prosperidad que les prometieron hace 15 años.