Adriana Rodríguez: De cómo llegué a Malasia sin pasar por go ni cobrar los 200

Adriana Rodríguez: De cómo llegué a Malasia sin pasar por go ni cobrar los 200

La sensación que tengo en este día, en esta hora es tan extraña que me siento como si de repente me hubiera ido a tomar un café y al salir a la calle descubro que estoy en Malasia, sin explicaciones, sin razones. Digo Malasia porque no sé nada de ese país, no conozco sus códigos ni puedo predecir nada, es un lugar ajeno a mis necesidades y a mi saber. Como en un sueño camino por las calles que me llevan de mi casa a la editorial y no entiendo nada. Me desconozco. Desconozco también al volumen de gente que hace que el tráfico normal de estas seis calles, se convierta en un verdadero caos. Hoy escuché más cornetazos que nunca en mi vida, todos se insultaban y al menor descuido de un conductor la calle se llenó se motorizados. ¿A dónde conducía este alboroto? A dos tiendas de electrodomésticos que están cerca de mi lugar de trabajo. Allí empezaba y acababa todo.

Y es que en esta Malasia de mi aturdimiento no hay códigos para mi mirada. No entiendo a la gente que está ahí, desde anoche, haciendo una fila para poder entrar y comprar. No la puedo comprender. ¿Tienen tanto dinero como para comprarse una lavadora-secadora compacta y digital como las que venden en esa tienda? Yo creo que no. Tengo ganas de gritarles ¡Ey, es una trampa! ¡Los están engañando, cuidado! En su malasio vestir se ven tan humildes y no entiendo. No entiendo nada. Sé que tal vez sea yo quien cayó en una trampa, tal vez sea yo quien deba tener cuidado ¿de qué? No sé, pero la sensación es de que debo estar alerta.

¿A dónde van con sus compras? ¿Hay una verdadera necesidad por gastarse un dinero que llega una vez al año para tener en casa una tostadora de pan o un mega televisor para paredes imposibles en sus humildes viviendas? ¿A dónde van? ¿Qué piensan? Tal vez todos no sean tan humildes, pero la mayoría lo parece.

¿No era este un país que quería ser comunista? ¿No era este un país que renegaba del consumismo? Entonces por qué en esta Malasia atormentadora un presidente incita a comprar, a adquirir cosas, a salir a la calle y “vaciar los estantes”? En qué momento cambió todo. ¿Cómo es que ahora no tengo posibilidades de adquirir un boleto para México, porque todos los vuelos están agotados hasta marzo del próximo año? Claro, en este país que no entiendo es un negocio viajar, es más rentable salir del país y traer de vuelta algunos dólares porque la moneda va en caída libre al foso. Eso sucede en este país que pregona el nacionalismo y la mirada a la patria. Este país que según parece entierra su historia y su esencia en sucesivas cadenas televisivas.

No quiero seguir andando por la acera de enfrente con cara de desconcierto. ¿Qué debo hacer? ¿Sumarme a las largas filas y quedarme a dormir frente a una tienda para que cuando logre entrar vea si NECESITO algo? ¿Cuándo acaba esto? ¿Cómo quitarme la desazón y la arrugas de la frente? ¿cómo proyectar acciones, planes, tareas para el próximo año que ya casi llega, si no puedo predecir qué pasa hoy ni qué pasará mañana? ¿Cómo es que llegué a Malasia sin una guía de viajes?

Adriana Rodríguez R.

Exit mobile version