Un enrevesado sistema de organismos y siglas ha convertido a la economía venezolana en una bomba de relojería, lista para estallar en cualquier momento, por sus arbitrariedades, falta de acceso a las divisas, escasez de productos básicos y desaliento a la producción. Los fabricantes han perdido apoyo, seguridad jurídica y económica: les es más rentable importar y dedicarse a la distribución.
Control cambiario
El 5 de febrero de 2003 (hace diez años), en Venezuela se estableció de nuevo un régimen de control cambiario. Esto, según el diario económico venezolano «El Mundo», se realizó tras un convenio suscrito entre el Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Venezuela. Para hacer efectivo este control, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez decretó la creación de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi).
Cadivi, la llave para acceder al dólar
Cadivi son las siglas con las que se identifica la Comisión de Administración de Divisas, cuyo principal objetivo es la administración, coordinación y control de la política cambiaria de Venezuela. Es decir, todo venezolano (empresas o personas naturales) que desee cambiar bolívares por dólares o euros para uso personal o para llevar a cabo importaciones, deberá pasar por este control. La asignación dependerá de un trámite engorroso y de si la persona cumple con los criterios establecidos por el órgano.
A través de Cadivi se obtienen dólares a precio oficial. El precio de la divisa ha variado en los últimos diez años, pero en la actualidad tiene un precio fijo de 6,3 bolívares, un valor que los economistas califican como «irreal» a la situación del mercado. Se debe entender que si algún venezolano quiere viajar al extranjero, primero deberá pasar por este órgano para conseguir divisas y el permiso para utilizar sus tarjetas de crédito en el exterior. Si no hace esto, ninguna casa de cambio en el extranjero aceptará sus bolívares así como tampoco podrá sacar dinero de cajeros.
Mercado negro
El mercado paralelo, es decir, el no oficial, siempre tiene divisas disponibles. Sucede que el precio de divisas (dólar o euros) se dispara en el mercado negro. ¿De dónde salen estas divisas? De las llamadas empresas de «maletín». Son entidades que reciben asignaciones de divisas a través de Cadivi —que en teoría deberían pasar un gran control— y que luego las revenden a comerciantes o empresas que necesiten el dinero de forma rápida. Esto en el caso de grandes cantidades de dinero. También se ha detectado el caso de fraudes a Cadivi a través de las divisas otorgadas a los viajeros. En el mercado negro el euro o dólar cuesta hasta un 984% más que en mercado oficial.
Sistema enrevesado y corrupción
El consumidor necesita el producto ya en la estantería. La empresa, en caso de que pida divisas a Cadivi, tiene un tiempo entre que realiza la solicitud, se aprueba, se asigna y el dinero llega al fin a sus manos. A parte de los numerosos trámites burocráticos, se suma la corrupción interna. Esto no es un mito. Incluso el mismo Gobierno de Maduro ha reconocido esta corrupción y la ha denominado «cadivismo». Esto se traduce, si la empresa no tiene a un conocido con poder dentro del organismo, en que quizás el trámite se demore mucho más.
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