“Britney Jean”, el octavo disco de estudio de Britney Spears, se publica la próxima semana con las canciones “más personales” y menos osadas de la “princesa del pop” en los últimos años, con muchos medios tiempos y algunas descargas electrónicas sin el gancho de su primer sencillo, “Work bitch”.
Con la excepción de cortes como ese, la Britney más descarada y ambiciosa, que surgió con fuerza a partir del álbum “In the zone” (2003) y alcanzó su cima creativa en “Blackout” (2007), se toma un respiro y su lugar lo ocupa una versión dulcificada que remite a las baladas de sus primeros discos, como “Don’t let me be the last to know”.
Se trata de un disco de contrastes, en el que sencillos como la suave “Perfume”, en el que su voz suena extrañamente más natural, se encuentran con cortes rebosantes de tratamiento de estudio a cargo de Will.i.am, ex integrante de Black Eyed Peas, cuyo sello está muy presente en todo el álbum como productor ejecutivo.
Junto con el postrero “Don’t cry”, “Work bitch” es lo mejor de su trabajo en común, un “grower” (como se suele llamar a los temas que tardan más tiempo en revelarse como éxitos masivos) que aún no ha alcanzando su cima y cuyo auténtica trascendencia no se verá en las listas de ventas sino en las pistas de baile.
Después del apogeo estival de “Scream & shout”, Spears y Will.i.am intentan seguir su estela en colaboraciones que suenan demasiado predecibles, con ejemplos como el de “It should be easy” o “Body ache”, que es puro David Guetta, uno de los muchos célebres participantes del álbum.
Ante la (casi absoluta) ausencia de sus productores habituales (Dr. Luke queda relegado a la “edición deluxe” del álbum con “Brightest morning star”, dedicada sus hijos), la sofisticación hay que buscarla en las piezas que no toca Will.i.am, como “Alien”, que abre el disco bajo la batuta de otro William, Orbit, responsable del “Ray of light” de Madonna.
Junto a este corte, destaca el sabor urbano de “Tik tik boom”, uno de los más divertidos y un single potencial, así como la balada “Passenger”, con otros tres colaboradores de renombre: Sia Furler, Diplo y Katy Perry, firmando una de las mejoras paradas del álbum.
“Sé que estoy en buenas manos, nunca he sido un pasajero, no, pero no veremos más allá sin un mapa”, canta Spears en lo que parece una defensa contra quienes la consideran una mera marioneta en manos de otros.
Más allá del uso de su apelativo familiar en el título y del intrascendente dúo junto a su hermana Jamie Lynn en el country ligero de “Chilling with you”, este constituye un álbum más franco, con letras que hablan de soledad, ambición, maternidad, de la necesidad animal de “marcar” a un amante y de los amores perdidos (en enero cortó con su exprometido Jason Trawick).
“Britney Jean” no es mal disco y, de hecho, está cosechando de los medios especializados más nota que un mero aprobado, pero quizás sabe a poco viniendo de una de las escasas divas pop que, con sus últimos y notables discos, había logrado colarse en el corazón de los oyentes más alternativos.
Carece de la oscuridad de “Blackout”, la lúdica inmediatez de “Circus” (2008) y el riesgo de “Femme Fatale” (2011), pero requiere más de una escucha para apreciar esos medios tiempos en los que exhibe más voz que nunca -la justa-, lo que le vendrá que ni pintado para los momentos sosegados de su inminente primer espectáculo en Las Vegas.
EFE