Valencia es ahorita el producto final de casi cinco años de gestión socialista (Venezuela lleva 15). Los resultados no hace falta destacarlos porque están a la vista de todos. Pasada la vorágine electoral, ya han asumido sus funciones todos sus alcaldes nuevos en este estado. Muchos no esperaban que hasta el mismo Miguel Cocchiola lo hiciera tan prontamente. Inclusive, hoy juramenta su tren directivo. Era necesario, pues Valencia tenía una situación especial debido a que la alcaldía estaba en manos de un interino porque su titular está tras las rejas.
Por cierto, los directores que hoy nombrará Cocchiola están obligados a hacerlo bien. Se equivocan quienes se imaginan la alcaldía como una casa de negocios. Si alguno piensa así de seguro saldrá por la puerta de atrás, porque Miguel no llegó a la alcaldía para negociar sino para gobernar y ponerse al servicio de la ciudad. Si ve necesario poner de su patrimonio personal para embellecer y rescatar a Valencia, lo hará. Así que, mucho cuidado con aquellos “vivos” que nunca faltan en las primeras de cambio.
El 8 de diciembre fue el final del socialismo del siglo XXI en Valencia. El resumen es una ciudad en ruinas y su principal gestor preso y mal recomendado. Como han de terminar todos los gobiernos comunistas del mundo: sus líderes ricos o presos.
La antesala de la juramentación de Cocchiola como alcalde de Valencia estuvo precedida por actos antidemocráticos emanados desde el alto gobierno y quizá confeccionados desde la gobernación del estado Carabobo, como son los decretos del nombramiento de una autoridad única (que afectaría a las parroquias Santa Rosa, Miguel Peña y Rafael Urdaneta, para la creación de la ciudad “Hugo Chávez”) y otros mediante los cuales se produce el despojo de la Plaza de Toros Monumental de Valencia (construida con dinero de la municipalidad), el Parque Recreacional Sur y el Teatro Municipal de Valencia, bajo el pretexto de ser declarados monumentos nacionales (ya el teatro lo era desde 1974).
Algunos tíldan esto como un trapo rojo para distraer la mirada en esos asuntos y no observar los verdaderos problemas que sacuden al pueblo valenciano, como es, en primer lugar, la basura. Maduro no decretó reforzar la recolección de la basura en Valencia, sino ponerle la mano a bienes íconos de la valencianidad.
Desprecio al soberano
Me permito comentar lo siguiente: es manifiesto el desprecio que tiene el alto gobierno por lo que es la voluntad popular cuando expresa con esos actos el desconocimiento de los resultados electorales. Son malos perdedores, pues en las democracias se gana con votos y se pierde con ellos. Al ganador merece respetársele sus espacios y competencias. El pueblo votó por un cambio, para que gobernara y transformara a Valencia. Maduro, al igual que su antecesor, el comandante eterno, lo que pretende es mutilarla, arrebatándole competencias en las parroquias más desposeídas y más populosas.
Precisamente las que requieren de una mayor atención y transformación. Esperemos que los vecinos reaccionen. Me consta que ellos no quieren una autoridad única. Lo que anhelan es el fortalecimiento de su municipio. Incluso, se ha hablado de elevar la parroquia Miguel Peña a la categoría de Municipio. Para ello es necesaria la aprobación del Consejo Legislativo del estado Carabobo previo estudio de factibilidades económicas.
¿Cómo se sustentaría? Eso es algo muy distinto a que desde Caracas impongan una autoridad única, lo cual -de paso- no aparece dentro de las facultades constitucionales que tiene el Presidente de la República. En otras palabras, sería como una especie de golpe de estado proferido desde el alto gobierno contra las parroquias, que eligieron democráticamente a una persona para que rigiera sus destinos. En este caso a Miguel Cocchiola.
Como en su muy leída columna “Hoy y después en Valencia” ayer el periodista Alfredo Fermin relata que esa ciudad Hugo Chávez han podido construirla en Barinas o en la parroquia 23 de enero de Caracas, que supuestamente son tan chavistas. Pero tenía que ser en Valencia, la ciudad que tanto odió el comandante, a la que llamaba “nido de traidores”, expresión compartida por sus herederos Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Continúa Fermín: Se trata de una trampa para destruir al Concejo Municipal de Valencia, creado por Simón Bolívar, el 25 de junio de 1821, al día siguiente de la Batalla de Carabobo.
Hablando de traidores
A otro aspecto que estoy obligado a referirme es al constante alarde que hace el gobernador Francisco Ameliach de sus raíces valencianas. Según él, su apellido Ameliach, tiene más de trescientos años incrustado en el gentilicio valenciano. Pues bien, haber permitido que se dictaran estos decretos sin elevar su voz de protesta, echa por tierra el amor que pudiera haberle profesado él o sus antepasados por las tierras valencianas.
Él -y estoy seguro de que el pueblo lo acompañaría- debería encabezar una cruzada para impedir que Caracas le arrebate las propiedades y competencias al pueblo valenciano. De no hacerlo, no tengo dudas de que Valencia reaccionará y pasará por encima de la gobernación.
Ameliach: tienes tiempo de reaccionar, porque Valencia jamás te lo perdonará.
Mentira fresca
El domingo 8 de diciembre luego de sufragar, Nicolás Maduro aseguró que el martes 10 se reuniría con todos los alcaldes electos para iniciar un diálogo. Dijo: “Tenemos un año 2014 para trabajar, sin conspiradera, para trabajar”. Pero su promesa fue falaz. No se reunió como lo había anunciado y ahora vemos que hoy estará en Carabobo para reunirse con los alcaldes. Pero eso sí, los que fueron electos con la tarjeta oficialista. Los del sector democrático seguirán excluidos.
En efecto, Nicolás Maduro convocó a una reunión a los 242 alcaldes electos del Polo Patriótico y a otros 13 apoyados por partidos chavistas a una reunión en Campo de Carabobo. ¿Qué pasó con su oferta inicial? No sabemos. Lo que sí podemos decir es que Maduro una vez más mintió. Nuestra pregunta: ¿cómo piensa reconstruir el país, sin involucrar a la representación de por lo menos la mitad de los electores?
Tenebroso panorama para el 2014
El próximo año no habrá elecciones para cargos de representación popular. Es una situación poco favorable para el régimen, que con un CNE vencido y parcializado se la pasa de elecciones en elecciones, haciendo creer que vivimos en una democracia ejemplar. Nicolás Maduro no podrá utilizar el disco rayado de la siembra del odio hacia el adversario para consolidar a los radicales y recoger cierta cosecha electoral.
Necesariamente tendrá que enfocar sus acciones para dar respuestas a los graves problemas de la nación. La inseguridad, la salud, la vivienda y muchos otros que en cuya gestión han sido aplazados.
Ya pasó la era del saqueo promovido desde Miraflores, se acabó la fiesta de los electrodomésticos mal habidos, ahora quién sabe qué se le pueda ocurrir. No descarten la promoción de la confrontación entre venezolanos ofreciendo espacios en casas de algunas familias, con el pretexto de que son muy grandes y en ellas caben más personas. De esta gente todo lo inimaginable es posible pensarlo.
Afrenta a los obstetras
El 31 de marzo de 2001 el servicio de Maternidad de la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera fue consumido por un voraz incendio. Desde esa fecha nuestra CHET no cuenta con esos servicios que atendidos por excelentes obstetras durante muchísimos años vio traer al mundo a millares de valencianos. Recientemente fuimos sorprendidos después de casi 13 años con el anuncio de la reinauguración de esos espacios.
Desde luego pretendieron reinaugurarla con fines proselitistas, pues a pesar del tiempo perdido y el dinero despilfarrado, de la noche a la mañana aparece una placa con el infame nombre de “Maternidad de Alto Riesgo Comandante Supremo Hugo Chávez” La improvisación e ineptitud de los encargados de tal desaguisado se pusieron al descubierto, al ver imposibilitada la reinauguración porque los “ingenieros inspectores” encargados de la supervisión de la obra no se percataron de que las aguas servidas y las cloacas drenaban hacia los quirófanos y salas de parto.
Es un intento de borrar lo que eminentes médicos valencianos han hecho por esa especialidad tanto en Carabobo como en el país. En efecto, como lo describe nuestro amigo y siempre combativo el maravilloso médico y profesor Alberto Sosa Olavarría, “este gobierno no respeta nada y quiere acabar con todo vestigio de dignidad de todos y en especial cambiar la historia. La Maternidad de la Ciudad Hospitalaria de Valencia lleva el nombre de uno de los más excelsos profesores de la Universidad de Carabobo, Dr. José Luis Facchín De Bonni, padre de la Obstetricia Moderna en Carabobo” Continúa el maestro Sosa Olavarría: No sabemos cuánto tiempo más Valencia estará sin su Maternidad, que como decía Gallegos, al igual que toda Venezuela, sufre y espera.
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