Muchos de sus temas permanecen ya en la memoria de varias generaciones, como “Mediterráneo”, una canción que se convirtió en un símbolo de la libertad en España y en Iberoamérica, y que invariablemente sigue ocupando el número uno de las preferidas por el público español cuando se eligen las canciones históricas.
Hace 50 años que Joan Manuel Serrat hacía un alegato de juventud en su canción “Ara que tinc vint anys”, y es que el cantautor que le puso banda sonora a la España de la transición alcanza hoy la condición de septuagenario pretendiendo “llegar a viejo y tener un buen remate, un final con beso”.
“Si tuviese más ventajas y menos inconvenientes. Si el alma se apasionase, el cuerpo se alborotase y las piernas respondieran. (…) Quizá llegar a viejo sería todo un progreso, un buen remate, un final con beso”, cantaba Serrat en “Llegar a viejo”, un tema que contrasta con la fuerza y el ánimo que desprendía el cantautor en aquella canción en la que decía tener 20 años.
Galardonado recientemente en Argentina por su defensa de los derechos humanos, Serrat reclamó libertad en los años 60 cuando España vivía sumida en la dictadura y formó parte de aquella generación de cantautores que convertían la música en protesta pero el artista barcelonés hizo mucho más que aquello, huyó del panfleto y sus letras críticas eran versos cargados de poesía.
Abraza a Latinoamérica continuamente y el continente le devuelve el cariño haciendo suyos los temas de esta maestro del verso que cruza habitualmente el Atlántico. En una de las últimas giras fue acompañado de Joaquín Sabina y les sirvió a ambos para reconocer que los argentinos eran el público “más caliente, cómplice y participativo del mundo”.
Una música que también se encierra en los mundos cotidianos y es capaz de impregnar de un aura intelectual a temas populares como “La Saeta” habitualmente entonada en la Semana Santa del sur de España, mientras otras canciones miran al país tras la posguerra y al exilio en canciones como “Caminante no hay camino”.
Rastrea esa España rural y de provincias un artista que se crió en un barrio obrero de Barcelona y que trasladó a la canción los poemas de Antonio Machado y Miguel Hernández, en los álbumes “Dedicado a Antonio Machado” e “Hijo de la luz y de la sombra”, respectivamente.
“Es la poesía de un hombre dolido que nació en la pena y murió en la enfermedad y el abandono”, comentaba Serrat recientemente en una rueda de prensa sobre Miguel Hernández que murió a los 31 años en la cárcel y al que le declara “fidelidad eterna”.
En su música también tienen hueco los versos rodeados de pasión y romance como los que le brindaba a aquella “Lucía” con la que decía haber tenido la más bella historia de amor o los de “Paraules d’amor” en los que se lamentaba de un amor perdido.
Música que recuerda a aquel joven Serrat que empezó en la canción en busca de algún elemento que pudiera acercarle a las chicas, ya que no era “ni alto ni guapo”.
“Siempre he tenido en cuenta lo que ocurría en mi interior y también he escuchado las voces y los ecos de la calle, trabajando las palabras como lo hace el alfarero con el barro”, argumentaba el que se define como “escribidor y cantor de canciones populares”.
Nacido en el barrio obrero barcelonés de Poble Sec en una de aquellas familias humildes que perdió la guerra, Serrat siempre estuvo “a favor de la gente de a pie” como argumentaba cuando fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Y en él hay un espíritu luchador con el que batalló en la transición y los últimos años de la dictadura y que volvió a cobrar fuerza en la España en crisis y con recortes cuando sus discursos invocaban a “despertar a la sociedad adormecida y recuperar los valores democráticos y morales”, argumentaba el que se define “no como un hombre ejemplar sino como un pobre pecador”.
“El Nano” lo denomina Joaquín Sabina, con quien ha grabado sus últimos discos y con el que ha girado por el mundo con sus álbumes a dúo. Una pareja irónica y mordaz que se hacen llamar “el símbolo y el cuate” o “el colibrí y el cuervo” que ha grabado en conjunto álbumes como “La orquesta del Titanic” y “Dos pájaros de un tiro” demostrando en ellos que son dos maestros del verso.
“Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción”, cantaba Serrat en su homenaje a Machaco en “Caminante no hay camino”; pero pese a su esfuerzo y a preferir mundos sutiles y gentiles, el cantautor barcelonés ha sido incapaz de permanecer en un segundo plano.
De hecho, muchos de sus temas permanecen ya en la memoria de varias generaciones, como “Mediterráneo”, una canción que se convirtió en un símbolo de la libertad en España y en Iberoamérica, y que invariablemente sigue ocupando el número uno de las preferidas por el público español cuando se eligen las canciones históricas.
EFE