Como el dios Jano de la mitología romana, bifronte, era un dios de doble funcionalidad que mirando hacia ambos lados de su perfil protegía las puertas, los comienzos y los finales. Cabría una analogía con la miseria que nos embaza. Por un lado la económica que nos ha arropado con pestífera cobija y por la otra la humana, aun peor, pues su hedor es insoportable y su contagiosidad agravada.
Nunca pensamos que el indicador de miseria de Arthur Okun chocaría de frente con la economía venezolana y los nefastos comunistas que la diseñaron y la gobiernan sin cordura ni mesura: una sumatoria de los índices de desempleo e inflación que lideramos en vergonzosas encuestas mundiales. Total, según el ministro Giordani para asegurar el triunfo del comunismo y su afianzamiento, hay que mantener a la masa social muy pobre, ignorante y dependiente, así que tenga que pender del todo de las migajas que el rico epulón -el régimen- se digne echar al suelo para complacer a los lázaros.
Pero en el perfil opuesto se encuentra la miseria del ser humano. No dudo que entramos en un periodo tenebroso. Los dirigentes opositores nunca supieron, o sabiéndolo, trataron bobamente al comunismo en ciernes, designándolo con palabras edulcoradas, eufemismos y enfrentándolo con democracia… ¿Cómo tratar un cáncer con untos medicinales? Nos llevaron una y otra vez a elecciones trampeadas y nunca cobramos -posiblemente ellos lo hicieron. En 15 años no encontraron una salida honrosa -cualquiera- para detener la debacle. Con un candor y masoquismo inusitados aprobamos ser llevados al matadero. Hay demasiados intereses económicos en juego, y el régimen ha comprado conciencias del lado opositor y del lado militar, al punto que el plato nauseabundo ha pesado más en la balanza.