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¿De dónde habrá salido el 30% como límite de ganancia para las empresas en Venezuela? ¿Cuál habrá sido el sesudo estudio cuya conclusión es que ese porcentaje es el adecuado? ¿Por qué no el 10,33% o el 40,18%? ¿Hablará ese estudio de tamaños y tipos de industria? ¿Hablará ese estudio de países que hayan logrado controlar la inflación de esa manera? Por supuesto que ese estudio no puede existir. De habérsele intentado, muy pronto habría revelado que la idea misma es una insensatez. No existe forma alguna en que un gobierno pueda establecer “una adecuada tasa de ganancia” para todas las actividades económicas de un país. El concepto en equivocado y el 30% es un capricho, una arbitrariedad más del régimen. Claro está la jugada es principalmente política. Busca culpar al sector privado del problema de la escasez y la inflación. Se aprovecha de la percepción generalizada según la cual el gobierno puede controlar sin problemas toda la economía. Más específicamente, se apoya en el entendido común de que, ciertamente y de manera general, un 30% de ganancia sobre cualquier inversión es una utilidad muy decente y atractiva; claro está cuando no se toman en cuenta los riesgos. Resulta que la tasa de ganancia esperada o demandada para una inversión, incorpora la percepción de riesgo en que se está incurriendo por la naturaleza de la actividad, el país o cualquier otra circunstancia en que se dé la inversión. Algunos voceros oficiales se preguntan por qué si los capitalistas se conforman con un 15% o menos de rendimiento para sus inversiones en otras latitudes, no aceptan la misma tasa para las que hacen en Venezuela. No entienden que ello obedece precisamente a las diferencias que hay entre los dos países, entre otras cosas, en materia de riesgos. Si en las circunstancias actuales, un inversionista fuese a obtener en Venezuela el mismo retorno por su inversión que obtendría, por ejemplo, en Estados Unidos, por supuesto que optaría por invertir en el Norte. Para que un empresario invierta en un país que cada día se hace más inseguro desde todo punto de vista, para que tome ese riesgo, necesita como promesa una tasa de retorno más alta. Es lo que se llama riesgo país. En los años 70, el riesgo país de Venezuela era similar al riesgo país de los Estados Unidos. Hoy la brecha es abismal. Un contribuyente fundamental a la determinación del riesgo país es el gobierno. Con sus políticas, con sus discursos, aumenta o disminuye el riesgo país. El que el riesgo de Venezuela sea hoy tan alto lo pagamos con escasez de inversiones e inversiones que demandan altas tasas de retorno para materializarse. Si esa no fuese la situación, las inversiones se harían más abundantes, aumentaría la competencia en todos los sectores de la economía y esa competencia sería el más eficaz regulador de la tasa de ganancia. A todas estas, me sigo preguntando a quien en el gobierno se le habrá ocurrido lo del 30% y con cual otra genialidad habrá de sorprendernos en los próximos días.
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