Si el presidente de tu país fuera el protagonista de un escándalo de infidelidad, ¿mantendrías la confianza en su gestión? La opinión pública está dividida y según las encuestas, a pesar del impacto negativo que suelen aparejar estas situaciones, no necesariamente tienen impacto en su imagen de gestión e intención de voto, reseña Infobae.
La imagen pública de François Hollande no ha experimentado cambios significativos. Una encuesta realizada por el diario francés Le Journal du Dimanche arrojó que el 84% de los consultados afirmó que el affaire no cambia la opinión que tiene sobre el mandatario. Mientras que el 77% considera que el asunto es de carácter privado.
Otra encuesta publicada por la revista Le Nouvel Observateur muestra que el índice de aprobación del presidente francés ha subido tras la publicación de su supuesto romance con Gayet. El líder político sumó otros dos puntos tras el escándalo y mejoró su popularidad hasta el 26%, desde el mínimo histórico del 15% que había alcanzado en noviembre.
“Si esto hubiera ocurrido en los Estados Unidos o el Reino Unido, donde la ética pública de un político se asocia a su vida privada, seguramente Hollande hubiera sufrido un problema socio-político mucho mayor. Porque en esos países se considera que si alguien no tiene respeto por su esposa no puede ser confiable para manejar un país”, asegura Fernando Vallespin, politólogo por la Universidad Autónoma de Madrid.
Mario Serrafero, doctor en Sociología y Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid, destaca que “en las sociedades de democracias desarrolladas actualmente se tiende a considerar una affaire extramatrimonial como un asunto privado. El tema fue cambiando con los tiempos y, evidentemente, también depende del tipo de sociedad”.
Vallespin agrega que “en las sociedades anglosajonas existe un mayor respeto por la esposa y una infidelidad es difícil de perdonar, porque denota que una persona no es fiable moralmente hablando. En Estados Unidos la relación de Bill Clinton con Monica Lewinsky ha sido uno de los mayores ejemplos en esta cuestión. Pero en los países de la Europa continental, como en este caso Francia, las cuestiones de ética pública no juegan. Porque allí lo que importa es que los gobernantes no sean corruptos y administren bien la nación”.
Para el politólogo, el gran revuelo que se ha producido entre los franceses, “en condiciones normales, o sea con el Presidente con un mayor nivel de popularidad, este hecho no hubiera tenido tanta repercusión. Pero con Hollande tan bajo en las encuestas no me sorprende que haya habido semejante alboroto, porque a la opinión pública siempre le interesan las cuestiones que tienen algo de morbo”, explica Vallespin.
En cambio, Seraferro considera que “en realidad, lo que importa para la imagen del Presidente es la gestión económica y social. Un mandatario que no tiene graves problemas en estas cuestiones difícilmente se vería dañado por un affaire sentimental”.
En ese tópico podría destacarse el recordado caso de François Mitterrand, que fue presidente de Francia entre 1981 y 1995. El mandatario tenía una hija natural, fruto de una relación extramatrimonial, que no incidió en su popularidad y que se mantuvo en secreto durante mucho tiempo.
En América Latina, algunos escándalos tuvieron resonancia mediática, pero no un impacto electoral. El ex obispo y presidente de Paraguay, Fernando Lugo, sorprendió con media docena de denuncias sobre paternidad, fruto de relaciones que en realidad violaban su voto de castidad, puesto que se habían concretado mientras era Obispo de la Iglesia Católica.
Esos escándalos nada tuvieron que ver con su posterior destitución, motivada por la muerte de 17 personas, entre campesinos y policías durante un desalojo
Para Serrafero “puede ser que el affaire de un mandatario provoque un escándalo mediático, pero no necesariamente tendrá efectos a nivel político, si la gente valora el desempeño presidencial”. Algo que comparte Vallespin, quien considera que “si esto pasara en alguna nación de América Latina seguramente allí se produciría más un cotilleo social que una debacle política del Presidente de turno”.