Puedo elegir el restaurante que quiera porque yo pago la cuenta”, dijo Dilma Rousseff a la prensa brasileña reunida en La Habana.
Fue luego de que en Brasil se generó una gran polémica al revelarse que el sábado pasado, durante una escala técnica en Portugal, la presidenta cenó en uno de los restaurantes más exclusivos de Lisboa, adonde llegó después de participar en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.
Con información de SinMordaza.com.ar
La escala en Portugal despertó todo tipo de sospechas, ya que la agenda oficial de la mandataria no había sido divulgada. Y cuando la prensa descubrió esta semana que la comitiva presidencial había pasado la noche en el elegante hotel Ritz y había cenado en el restaurante Eleven -destacado con una estrella en la guía turística europea Michelin-, los periodistas que cubrían la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) en La Habana exigieron explicaciones de Rousseff. Ofendida, ella afirmó que siempre que come afuera paga con su tarjeta de crédito.
“Pueden mirar en todos los restaurantes en los que estuve. En algunos casos hasta causa constreñimiento, porque queda raro que una presidenta y un grupo de ministros estén haciendo las cuentas de cuánto debe pagar cada uno: «Sumá. ¿Cuánto da?» Y con calculadora. Pero yo creo que eso es extremadamente democrático y republicano. No se puede usar la tarjeta corporativa. Considero que tengo que dar el ejemplo, diferenciando lo que es consumo privado de lo que es consumo público”, destacó.
Situado en el punto más alto de Lisboa, Once ofrece una vista impresionante de la ciudad y el río Tajo y rodeado por el verde del Parque Eduardo VII, que le da una tranquilidad inusual en una gran ciudad.
La arquitectura del edificio, que se asume como el modernista y las formas minimalistas y elementos decorativosexteriores, el uso de materiales orgánicos (piedra, madera, hierro) y orientado hacia el exterior, debido a las enormes ventanas con vistas al Tajo. El interior es cosmopolita, elegante y fiel a la rica tradición artística y elementos arquitectónicos del Parque Eduardo VII. La iluminación, los textiles, las sillas, la mise en place de la mesa, las velas …. todo se combina para crear un espacio sofisticado, un lujo discreto y cómodo, tanto en un entorno de gran e íntimo.
El restaurante sufre metamorfosis durante el día en su relación con el exterior, la luz, las vistas sobre la ciudad, el Tajo, y el Convento de los Capuchinos. ”