Esta afirmación bíblica viene como anillo al dedo ante la situación que confronta el país como consecuencia de 15 años de autoritarismo, improvisación y mal manejo de la cosa pública en detrimento de sus ciudadanos.
La propaganda oficial pretende convencer que la problemática nacional es el resultado, de una guerra económica conducida por apátridas. Pero Maduro ignora sus propios errores en políticas económicas y sociales mientras que intenta cubrir con un manto las atrocidades cometidas por su antecesor.
Para el gobierno la escasez de bienes no son sus leyes que fiscalizan, penalizan, limitan las ganancias y desalientan las inversiones privadas, sino el acaparamiento de comerciantes inescrupulosos y la compra de consumidores inconscientes que vacían los anaqueles en pocos minutos. La inflación nada tiene que ver con el gasto público y la creación de dinero por parte del Banco Central, es el resultado de la especulación de empresarios privados.
La falta de divisas, no son los regalos a los compinches del Alba, es consecuencia de empresas de maletín creadas para obtener dólares baratos de Cadivi. Pero cuando se exigen las listas de esas compañías ignora el pedido a sabiendas que los responsables son camarillas amparadas por funcionarios públicos. Los culpables del contrabando de extracción son los bachaqueros, mientras se silencia las mafias enquistadas en organismos e instituciones públicas.
Hasta donde llega el cinismo de quince años en que toda actividad pública se ha politizado, que frente a la inseguridad desbordada el gobierno llama a no politizar las muertes ni los secuestros. Clama por la soberanía pero permite que gobiernos extranjeros actúen libremente en zonas de reclamación y que el narcotráfico pise el suelo patrio.
Juan Antonio Muller
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