Sin estos elementos arriba esbozados, muchas veces resulta difícil entender la paradoja de un país que con el potencial energético de Venezuela y con su nivel de exportaciones de petróleo, sus ciudadanos no puedan adquirir alimentos esenciales ni productos de cuidado personal, indispensables en la sociedad moderna. Resulta fundamental determinar los factores que explican cómo ha llegado Venezuela a esta situación.
Apartando un instante las responsabilidades que pudo haber tenido Hugo Chávez y la que ahora tiene Maduro, resulta pertinente valorar la acción de tres personas sobre cuyos hombros ha descansado la política económica en Venezuela. Ellos son Rafael Ramírez, Jorge Giordani y Nelson Merentes. Ramírez ha batido una marca mundial con el manejo de la industria petrolera a la cual ha llevado a una decadencia solamente comparable a la de un país exterminado por una guerra. Rafael Ramírez hizo que la producción petrolera disminuyera desde el umbral de los 3.300.000 barriles diarios en 1998, a un entorno cercano a los 2.800.000 barriles, durante el lapso en que ha sido presidente de PDVSA y ministro de Energía y Petróleo. Esa declinación vertical de la producción ha ocurrido en un contexto de precios siderales del petróleo que le proporcionaron a Venezuela recursos suficientes para haber aumentado su nivel de producción. Pero no, Ramírez dilapidó buena parte de esos ingresos. Además, la caída de la producción de crudos y derivados ha coincido con la triplicación de la nomina de empleados y obreros de PDVSA. Sin embargo, faltan elementos para el record de Ramírez. De US$ 3.700 millones que debía PDVSA en 2005, Ramírez montó la deuda en US$ 78.000 millones, si se toma en cuenta lo adeudado al BCV, la nueva caja chica de Ramírez. Ahora PDVSA debe mucho más y produce menos. También, bajo su gestión tiene PDVSA un conjunto de juicios pendientes en tribunales internacionales por expropiaciones arbitrarias que van a implicar erogaciones de centenares de millones de dólares.
No ha habido en la historia de Venezuela, desde Páez hasta Chávez, quien haya tenido más poder para dirigir la economía que Jorge Giordani. Sin embargo, su balance es mediocre. Ha sido Giordani el cerebro detrás de esta estrategia de hacer del Estado venezolano un mamotreto infuncional. Su tesis esencial puede resumirse en lo siguiente. Primero, el sector público debe ser el propietario de los medios de producción. Segundo, para bajar la inflación es suficiente fijar el tipo de cambio para que ingrese al país bienes importados que ayuden a contener los precios y tercero, no importa que haya déficit fiscal porque los controles de precios se encargan de moderar la inflación. Han sido esas definiciones de política económica llevadas a la práctica las que han propiciado el estancamiento de la economía, la destrucción de las capacidades productivas internas, una fuga de capitales que no tiene parangón, al tiempo que han profundizado la dependencia de Venezuela de los vaivenes del mercado petrolero. En una especie de acto de constricción, en enero de 2013, Giordani reconoció que había empresas de maletín que se llevaron millones de dólares y que los venezolanos debían pagar por la gasolina y los servicios públicos, para detener el rentismo.
El tercer actor del elenco es Nelson Merentes a quien han paseado por todos los cargos habidos y por haber en la Administración Pública, solo comparado con Dante Rivas. De Bandes salió cuestionado por manejos financieros poco ortodoxo para luego ser absuelto por una Contraloría General que no controla. Pero ha sido al frente del BCV donde Merentes ha desplegado sus capacidades destructivas de la economía. Desde 2010, Merentes trasformó al BCV en una gigantesca imprenta para emitir billetes sin valor mediante el financiamiento sin límites a la deficitaria PDVSA. Merentes es más bien un tipo osado que pareciera que no reflexionara lo que dice y mucho menos acerca de lo que hace. Llegó a decir y está escrito y grabado para el juicio de la historia, que no importaba que el BCV financiara a PDVSA imprimiendo dinero porque en Venezuela la liquidez monetaria no genera inflación. También es responsable Merentes del tinglado que se armó con el SITME, del cual dijo textualmente que era un sistema de duraría al menos cien años porque se retroalimentaba, así como suena. Más allá de lo folclórico que puede resultar Merentes, con aquello del Comité de Inflación un Dígito para lo cual comisionó a Armando León, y de sus famosas mesas de trabajo o de catarsis con los empresarios, ha sido Merentes el principal responsable de esta crisis de balanza de pagos que padece Venezuela desde 2012 y que se ha traducido en una sequía de divisas que hoy tiene sumida la economía en inflación, escasez y estancamiento.