El Budismo plantea reconocer la verdadera naturaleza de la mente. Aquello que ve a través de nuestros ojos y escucha a través de nuestros oídos. Según el Buda, esa verdadera naturaleza es indestructible, como el espacio abierto, claro e ilimitado. “Lo único que siempre está es la mente”, explica Dilia Navarro, estudiante autorizada por el Lama Ole Nydahl para dar enseñanzas. Navarro ofrece esta entrevista para destacar la importancia de estar preparado para la muerte y también a propósito de la venida de su maestro Lama Ole quien nos visitará en abril de este año.
-¿Como entienden los budistas la muerte?
-Los budistas tienen enseñanzas muy claras sobre lo que sucede antes y después de la muerte. Para nosotros es bastante útil, porque nos permite ayudar a los familiares y seres queridos cuando fallecen. El Budismo tiene un modelo que en sanscrito se llama ‘samsara’, se traduce como la rueda de existencia condicionada, planteando que nosotros estamos en un ciclo de nacimiento-muerte y renacimiento que se da de manera inconsciente y siempre hemos estado en ese círculo.
-¿Las personas nacen con un karma?
-Sí, pero entendiendo el karma como ley de causa y efecto. Esto es lo que rige la existencia para los budistas. El karma es neutro. Si las causas son positivas obtenemos felicidad y si las causas son negativas lo que tenemos es sufrimiento. Si uno entiende y es consciente de causa y efecto puede sembrar la felicidad y evitar el sufrimiento.
-¿Al hablar de ‘causas’ se refiere a acciones?
-Sí. Acciones a nivel de pensamiento, palabra y obra.
-¿Por qué no podemos recordar nuestras vidas pasadas?
-Nosotros no nos acordamos de la niñez o sólo mantenemos pocas cosas. Incluso estando en la vida ya hasta podemos olvidar lo que hicimos el mes pasado. Es la forma como funcionamos biológicamente. Lo que es cierto es que esto dificulta el entendimiento de causa y efecto, pero si uno en su vida conscientemente trabaja con ello, va a comprobar que funciona. Y sí funciona, lo lógico es entender que siempre ha estado funcionando.
-¿Se puede elegir aquello que se quiere ser en la próxima vida?
-La verdad es que sí, pero se necesita de los métodos budistas. Por lo general como budistas no nos interesan las vidas pasadas; básicamente si queremos saber lo que fuimos o hicimos antes sólo tenemos que ver lo que somos en este momento, porque es el resultado. Lo importante es tener claro lo que queremos a futuro: felicidad o sufrimiento. El presente es para sembrar las semillas de la felicidad futura, y no necesariamente nos referimos a las próximas vidas sino a esta.
-¿Las acciones que ejecuta un ser humano determinan su manera de morir?
-No mucha. Hay dos cosas que dificultan el entendimiento de causa y efecto. Una es el no recordar las vidas pasadas y la segunda es el no estar consciente de causa y efecto. Si esto uno no lo reconoce de manera consciente, no experimentamos los resultados de nuestras acciones en esta vida.
-¿Cómo se trabaja esa concientización?
-Reconocerlo es el primer paso. Luego necesitas del método. En un nivel externo uno pudiera estar de acuerdo en que causa y efecto funciona, incluso la física lo estaría. A nivel interno es difícil de entender, asimilar y aceptar que somos responsables de lo que experimentamos y la forma cómo lo experimentamos. Hay que tener las enseñanzas budistas para poder trabajar con ello, porque es claro que no lo entendemos, sino el mundo funcionaría distinto. Pienso que también tiene que ver con la madurez de cada quien, cuando alguien quiere tomar el control de su vida en sus manos y les resulta lógico causa y efecto, el budismo les calzará.
-¿Ese ciclo de nacer-morir-renacer termina en algún momento?
-Termina al momento que uno se da cuenta y elimina lo que en el budismo llamamos ignorancia básica. Se refiere a esa ilusión de un yo. Uno está muy seguro de que existe un yo real y por eso estaremos siempre en ese ciclo. El yo es una ilusión.