A Elí José López Fernández, 36 años, lo mataron a golpes el viernes dentro del retén El Marite. Ingresó a un área controlada por los mismos reclusos, llamada Búnker, el jueves en la noche y el sábado decenas de reos le dieron golpes en la cara desde las 7.30 de la noche. Una hora después los reclusos escucharon las sirenas y mayor presencia policial. Pese a los intentos por ocultar lo que ocurrió, los testigos se dieron cuenta: lo habían asesinado, publica La Verdad.
Los familiares de López Fernández aún no llegan a la morgue forense a identificar su cadáver. El jueves por la tarde llegó con una franela roja a la casa de la familia González, en la avenida 36 del barrio Cujicito, para acompañar a los hijos de una mujer que habían arrollado y asesinado unos días antes. Era una anciana y toda la familia, adultos y niños, estaban reunidos en la humilde residencia.
A las 4.00 de la tarde una de las niñas asistentes le contó a su madre que un desconocido, que estaba sentado en el frente de la casa, trató de tocarle sus genitales. La mujer corrió a ver quién era y fue entonces cuando sorprendió a su sobrina de cuatro años llorando. Revisaron sus partes íntimas y las notaron enrojecidas. Quienes asistieron al funeral se alteraron al descubrir que a otra niña, también de cuatro años, la había ultrajado el extraño.
Las madres de las víctimas corrieron a denunciar el hecho ante el destacamento policial del barrio El Mamón, a pocos kilómetros de su casa. Los oficiales escucharon cuando las mujeres le pidieron que lo detuvieran porque todos quienes asistieron al velatorio trataron de lincharlo. Querían que fuera detenido, no que lo asesinaran.
A las 5.00 de la tarde ya López Fernández estaba en el comando, según el registro policial de esta semana. Poco después de las 7.00 de la noche lo enviaron al retén El Marite. Lo remitieron a la fiscalía del Ministerio Público por el delito de actos lascivos porque, pese a que cometió ultraje contra ellas, no las violó. Las autoridades lo remitieron al retén.
Ayer la familia de Elizabet lamentó el hecho. Repitieron que querían castigo, no muerte o venganza. No saben qué hacer y ahora temen por ellos, porque el hombre era indígena y sus familiares son vecinos.
El sábado en la noche los reclusos escucharon las sirenas y la presencia de los policías. Estaban en el área de Búnker y rodearon el cadáver de López Fernández. Tenía golpes en el rostro y otras partes de su cuerpo; estaba en el piso en posición fetal. Tenía el pantalón a la altura de las rodillas y la franela blanca un poco levantada. Quienes lo asesinaron recurrieron a las viejas prácticas contra los violadores: empalamiento, desmembramiento u otras torturas. Los internos aseguran que lo golpearon y no notaron que lo estaban matando. “Se les pasó la mano”, dijo un interno vía telefónica. Las autoridades no dieron información al respecto.
Vacuna
Las autoridades no entienden por qué, si los reclusos planeaban lincharlo por el caso de violación, esperaron hasta el sábado en la noche y no perpetraron el crimen el mismo jueves, horas después de su ingreso. Eso les hace sospechar las denuncias que los propios reclusos hicieron contra quienes dirigen el retén, que son reclusos armados y con dinero obtenido por las extorsiones.
El área de Búnker está comandada por Diover, un pram conocido por ser hijo de un delincuente conocido en el callejón Cañón 44, del sector El Tránsito, como el “Gorilón”. Entre las normas que deben acatar los 245 internos de esa área está cancelar entre 20 y 50 mil bolívares en el momento del ingreso. Ese monto lo cancelan los violadores y homosexuales. Tienen un corto período para buscar el dinero y, en caso de no conseguirlo, lo someten a una golpiza.
Por eso los homosexuales con claros ademanes afeminados están en el área de mujeres, en el pabellón A, para evitar agresiones en contra de ellos. También hay violadores y, aunque se han registrado golpizas, ninguna fue asesinado. En el caso de López Fernández, resulta extraño el ensañamiento aun cuando no hubo mayor difusión de su delito.
Causas
Aún se desconocen las causas del deceso de López Fernández. Su cadáver presentó hematomas en varias partes del cuerpo, pero no tenía heridas producidas por objetos punzopenetrantes o de armas de fuego. Sus familiares, hasta las 3.00 de la tarde de ayer, no habían reclamado su cuerpo en la morgue. Ni la Secretaría de Seguridad ni la dirección del retén dieron detalles de los hechos.