La madrugada del pasado 10 de febrero, un asteroide del tamaño de unos 400 metros (2006 DP14) se paseó por nuestro vecindario cósmico pasando prácticamente desapercibido para el gran público, a pesar de que era cuatro veces más grande que otro posterior, denominado «Moby Dick», que, por su coincidencia por pocos días con el aniversario del meteorito que explotó sobre los cielos de la ciudad rusa de Chelyabinsk en febrero de 2013, sí que logró la atención de los medios de todo el mundo. Ahora, la NASA ha desvelado una secuencia de imágenes de radar del gigantón, lograda con la antena de 70 metros de diámetro del programa Deep Space Network en Goldstone, California. abc.es
Las imágenes, del 11 de febrero, revelan que el asteroide tiene aproximadamente 400 metros de largo y 200 de ancho, y una forma similar a la de un gran cacahuete. Su período de rotación es de aproximadamente seis horas. Es de un tipo conocido como «binario de contacto», ya que cuenta con dos grandes lóbulos en los extremos que parecen estar en contacto. Datos de radar anteriores de Goldstone y el Observatorio de Arecibo en Puerto Rico han demostrado que al menos el 10% de los asteroides cercanos a la Tierra de más de 200 metros tienen esa forma.
Máxima aproximación
Los datos se obtuvieron en un intervalo de 2,5 horas y la resolución de la imagen es de unos 19 metros por pixel. En el momento de las observaciones, el asteroide se encontraba a alrededor de 4.200.000 km de la Tierra, cerca de 11 veces la distancia media entre nuestro planeta y la Luna. La máxima aproximación del asteroide a nuestro planeta ocurrió el 10 de febrero, a una distancia de alrededor de 2.400.000 km.
Según explica la NASA, el radar es una técnica poderosa para estudiar el tamaño de un asteroide, su forma, estado de rotación, características y rugosidad de su superficie, y para mejorar el cálculo de órbitas de los asteroides.
La agencia espacial estadounidense otorga una alta prioridad al seguimiento de asteroides para proteger a nuestro planeta de posibles impactos. Hasta la fecha, los activos estadounidenses han descubierto más del 98% de los objetos cercanos a la Tierra conocidos.