El algo gobierno es el único responsable de la dramática situación del país. Responsabilidad exclusiva y excluyente. No puede desviarse hacia el movimiento estudiantil universitario, ejemplo de tenacidad, coraje y claridad en los objetivos que se han trazado. Los estudiantes de 2014 son siendo ejemplares herederos de distintas generaciones que los han antecedido en las luchas por la libertad.
1814 y en el siglo XX las del 28, del 38 y del 58. Han logrado arrebatar la careta al régimen, hoy desnudo en medio de una incompetencia y torpeza mayor que la de cualquier otro en el pasado. Se desmorona. Para mantenerse apelan a la represión. Violencia física e institucional. Uso desproporcionado de las armas, de la Guardia Nacional en cualquiera de sus acepciones de este tiempo y, lo que es tanto o más grave, la apelación a los llamados colectivos, suerte de paramilitares, uniformados o no, bajo la dirección del oficialismo y a su servicio. Cobardes asesinos.
Son falsos los cantos a la paz, de viva voz o mediante mil millonarias campañas de radio y televisión. Golpistas probados y confesos acusando de golpistas a quienes no tienen ni armas, ni acceso a quienes sí las tienen. Recuerdo aquellos discursos del difunto, hablando de su revolución armada y el llamado a todos los ciudadanos a aprender su uso, a convertirse en milicianos y a recibir entrenamiento paramilitar en los sectores laborales y estudiantiles.
La Nación exige la renuncia de Maduro. La oposición no está negada a buscar salidas. Pero no acepta la paz de los sepulcros, ni de los calabozos. Entre otras cosas exigimos la libertad de todos los presos políticos y el regreso de los exilados. Insólito que el general Baduel y Leopoldo López estén aislados, sin visitas, encerrados en “tigritos” reservados para criminales irredentos. Cualquier salida debe tener como objetivo la verdad y la justicia. Sin ellas no habrá paz estable ni respeto.
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