El actual presidente de Nicaragua, el ex guerrillero Daniel Ortega, luego de perder las elecciones presidenciales con Violeta Chamorro, se dedicó como opositor a organizar huelgas y protestas populares durante años, para luego de una participar en una amplia coalición de partidos y organizaciones, volvió a alzarse con la presidencia de su país. Atrás quedaban sus tiempos de guerrillero y de atizador de las demandas sindicales y sociales. En su reciente visita a Venezuela en febrero pasado, acusó desde el palacio de Miraflores, y sin haber cruzado una palabra con algún venezolano de a pié que “Estados Unidos y los países europeos” estaban detrás de los sucesos de los últimos días en nuestra patria. Ortega no solo no se acuerda de su pasado, sino que en el presente ha logrado una la nueva alquimia revolucionaria del Siglo XXI: A través de un oscuro conglomerado de empresas conocidas como Alba de Nicaragua Sociedad Anónima (Albanisa) transforma el dinero público del pueblo venezolano que Nicolás Maduro le envía en dinero privado que él y su familia tienen en sus arcas. Claro, Ortega ahora es defensor de su “derecho humano”. Nada más. (LP)