Ayer Venezuela fue testigo de una nueva muestra de patanería oficialista. El Presidente de la Asamblea Nacional en su actitud guapetona característica presagió, al mejor estilo del profeta Dos Santos, que la Diputada María Corina Machado nunca será Presidenta de Venezuela, y le espetó “que se lo meta en la cabeza”, todo ello acompañado de la algarabía oficialista que alucinaba al oír al Diputado Cabello calificar a viva voz a la Diputada Machado como “fascista” y “terrorista”. Luego, al mejor estilo de Poncio Pilatos, preguntó a los diputados presentes si estaban de acuerdo con suspender la sesión de la Asamblea Nacional e ir directamente ante la Fiscalía General de la República “a consignar solicitud de investigación para llegar al allanamiento de la inmunidad parlamentaria para que pague por los crímenes cometidos en el país desde el 12 de febrero” y les pidió votar con la indicación de costumbre en señal de aceptación –lo que para esa instancia era totalmente retórico ya que antes de escuchar la pregunta todos los diputados oficialistas habían votado favorablemente-.
No es la primera vez que el Presidente de la Asamblea Nacional actúa de un modo similar, de hecho es bastante frecuente, así como habitual es que el objeto de agresión sea la Diputada Machado. Por ejemplo, en abril de 2013, ante la postura de los diputados de oposición de no reconocer el “triunfo electoral” de Nicolás Maduro hasta tanto no se efectuara una auditoría de los votos, el Diputado Cabello decidió cercenar el derecho de palabra en las plenarias del órgano legislativo, apagando deliberadamente sus micrófonos e indicándoles que hasta tanto no reconocieran a Maduro “aquí en esta Asamblea no tienen derecho de palabra, si quieren se paran y se largan, váyanse con el fascismo, no estamos mamando gallo”, dando con ello una clase magistral de lo que es la antipolítica, y plasmando con vivo ejemplo el error de empoderar en cargos públicos a funcionarios militares, formados para obedecer a superiores e imponer su voluntad a subalternos, sin practicar valores básicos que todo político debe tener como: diálogo, tolerancia y persuasión.
Lo que sí resulta totalmente paradójico, es que el Presidente de la Asamblea Nacional, el 06 de marzo de este mismo año, al ser cuestionado por una periodista de RCN sobre el presunto llamado a las UBCH a defender la revolución y considerar que ésta no le había permitido responder adecuadamente a la pregunta que le había formulado, ofuscado y retrechero, le apuntó “déjame hablar, déjame hablar, te das cuenta… Democracia, tu hablas, yo hablo, tu preguntaste, yo respondí, déjame hablar”. ¡Caramba!, pero que fácil es hablar de democracia pero que difícil es practicarla, ¿dónde estará el rasero de estos Altos Funcionarios?, consideran democrático impedir a diputados de oposición electos popularmente ejercer su mandato constitucional apagando sus micrófonos en la sesiones del órgano deliberativo , pero a su vez juzgan antidemocrático no dejarlos completar una idea en una entrevista, o que consideran, como Maduro, inhumano tocar cacerola a Roque Valero y perturbar su digestión luego de cenar en el Hatillo pero felicita públicamente a los órganos represivos del Estado por la violación sistemática de los derechos humanos de los civiles venezolanos, diciendo que su conducta ha sido honorable e intachable.
Así estamos y por eso Venezuela está en un punto de quiebre, jugándose el futuro, tratan de imponer una “democracia” donde nadie tiene derecho a pensar distinto, so pena de ser calificado peyorativamente como “escualido” “apatrida” o “fascista”; donde los estudiantes son perseguidos, encarcelados, torturados y en algunos casos desaparecidos; donde un sector de líderes opositores (tristemente) se autocensura limitándose a hacer llamados tibios a no aceptar el desgobierno pero a su vez tiende puentes de diálogo con el Gobierno para ser políticamente correctos y no correr la suerte de Leopoldo López, de María Corina Machado o de Daniel Ceballos, alcalde de San Cristóbal puesto a la orden del Sebin; donde las Fuerzas Armadas son obligadas a marchar para apoyar una tendencia política; donde grupos paramilitares tienen libertad de reprimir, amedrentar y asesinar a quien bajo su particular criterio sea una amenaza para la revolución; donde no existen Poderes Públicos libres donde denunciar estos atropellos; y donde la libertad de expresión es una quimera.
Sin embargo, como dijo Cortázar, “La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Cuando parece que estamos remando solos y que es infructuoso el esfuerzo, el señor Arturo Vallarino, embajador de Panamá ante la OEA, prometió ceder su lugar en el Consejo Permanente del órgano multinacional a la Diputada Machado para que de allí exprese lo que en Venezuela, pese a su condición de ciudadana y de diputada en funciones de la Asamblea Nacional, no puede hacer por no ser genuflexa con el Gobierno de Maduro. Esperemos que el tristemente celebre José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, quien días atrás consideró que en Venezuela no se configuran los presupuestos para invocar la Carta Democrática Interamericana, bajo formalismos cuyo trasfondo sea el lobby político de Maduro y el uso del petróleo venezolano como mecanismo de presión en la región, no cierre esta ventana a Venezuela, a la democracia de la región y a la Diputada Machado.
Aunque no podemos esperar mucho de la OEA desde el punto de vista colectivo, como órgano colegiado, no se puede menospreciar el impacto individual que la declaración de mañana pueda tener en alguno(s) de los países miembros. La mayoría de Estados integrantes de la OEA han suscrito el Estatuto de Roma (código penal internacional), entre ellos Venezuela, de allí que se encuentren, por una parte, sujetos a sus disposiciones, y por la otra, legitimados para denunciar a personas que cometan delitos de genocidio (crímenes efectuados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal) y de lesa humanidad (ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento del mismo) ante dicha Corte Penal.
En pocas palabras, si alguno de los países miembro de la OEA, que a su vez haya suscrito el Estatuto de Roma, y que mañana tenga oportunidad de escuchar a la Diputada Machado en público y/o en privado considere que el gobierno de Venezuela, en cabeza de Nicolás Maduro, a cometido crímenes de genocidio o lesa humanidad, está facultado para denunciar a los sospechosos ante la Corte Penal Internacional, así tendrían que enfrentar una justicia imparcial, donde sus Altos Cargos no influyan en la decisión, para ello el Estatuto de Roma establece que los cargos oficiales, por ejemplo, Jefe de Estado o de Gobierno, en ningún caso le eximirá de responsabilidad penal ni constituirá motivo para reducir la pena, de allí que, tener una voz como la de María Corina Machado en el seno de la OEA puede representar mucho más de lo que aparentemente pareciera.
Gracias Panamá, parafraseando a Miguel de Cervantes quien dijiera “donde una puerta se cierra, otra se abre”, podemos decir que donde un micrófono se apaga otro se enciende. Amanecerá y veremos.