Las redes antisociales, aplicaciones que ayudan a evitar a la gente que no se quiere ver o que permiten odiar a ciertos “amigos”, empiezan a proliferar como contrapartida a la omnipresencia y la falta de privacidad de plataformas como Facebook o Twitter.
Adrià Calatayud/EFE
Si las redes sociales han puesto en contacto a millones de personas y han modificado y modernizado la forma en que se relacionan, ahora les ha surgido una réplica con cierto tono misántropo, unas herramientas que pretenden reducir estos contactos.
Son las redes antisociales: aplicaciones como “Cloak”, presentada esta semana, que rastrea dónde están las personas con quienes el usuario no quiere encontrarse y le avisa cuando se aproximan a él para que pueda escapar.
La herramienta funciona conectada a Foursquare e Instagram y ubica a los contactos que el usuario tiene en estas redes en función de la última vez que entraron en ellas.
Pero lo que diferencia a Cloak es su componente antisocial: ofrece a quien la utiliza la posibilidad de activar una alerta para que la aplicación le avise cuando aquellos que considera “indeseables” están cerca.
“Las ‘grandes’ redes sociales pueden haber tocado techo”, afirma a Efe Chris Baker, uno de los diseñadores de Cloak, quien asegura que este tipo de aplicaciones va en aumento.
Este programador, que considera que muchas personas están “bloqueadas” por las obligaciones que tienen en las redes sociales con gente que no les gusta, es el padre de varias plataformas de carácter antisocial.
A finales del año pasado diseñó una herramienta para Facebook llamada “Hate With Friends”, que permite al usuario manifestar el odio que siente por sus “amigos” dentro de esa red social y averiguar si el rechazo es compartido.
También participó en la creación de “unbaby.me”, un programa con el que los internautas, aburridos de ver cómo sus contactos de Facebook subían constantemente fotos de recién nacidos, pueden sustituir las fotos de bebés por imágenes de las cosas que se les antojen -los gatos son la opción por defecto-.
Posteriormente, Baker desarrolló esa idea en “Rather”, que amplió los horizontes de “unbaby.me” y pasó a reemplazar cualquier contenido que el usuario prefiere no ver (no sólo bebés) cuando entra en Facebook por otros que le resulten más atractivos.
Para el programador, estas aplicaciones “no necesariamente” tienen que considerarse antisociales, sino que son herramientas que “mejoran” las redes sociales.
“Solucionan problemas sociales, son una cosa que aumenta otra. Una funda de plástico para el iPhone no va contra los teléfonos inteligentes, sólo mejora un poco su uso”, detalla Baker.
“Hell Is Other People”, que se autoproclama como una “red antisocial experimental”, “Path”, “Rando” o “Nextt” son más ejemplos de aplicaciones que se han erigido en contestación a la popularidad de las redes sociales.
Baker cree que, en parte, la aparición de este tipo de plataformas se debe a la falta de privacidad que hay en las redes sociales y, en este sentido, destaca como “red social íntima” a “Snapchat”, un servicio de mensajería efímera en el que los mensajes se eliminan del dispositivo móvil segundos después de ser leídos.
“Creo que veremos más cosas interesantes en esta línea. La intimidad está de vuelta”, augura Baker.
Después de ver cómo hay quienes relatan su vida al detalle en Twitter, viven cámara en mano para publicar sus fotos en Instagram o hacen un poco de todo en Facebook, cada vez más gente busca justo lo contrario.
Y también los emprendedores empiezan a ver un hueco de mercado en las redes antisociales, donde la tecnología se pone al servicio de la misantropía. EFE