Vivir en Venezuela hoy día es difícil. Quizá un poco más para los judíos que residen en el país. A problemas como la delincuencia, la desorbitada inflación o el enrarecimiento del clima político, se añaden para los integrantes de esta minoría las consecuencias derivadas de la retórica oficial antisionista que introdujo Hugo Chávez y que su sucesor Nicolás Maduro no ha rectificado, publica ABC de España.
David Bittan, presidente de las Comunidades Judías de Venezuela, explica en conversación telefónica con ABC que los judíos venezolanos están integrados y son respetados en la sociedad, pero «hay un incremento del antisemitismo en los artículos que se publican en medios oficiales o en los que el Estado tiene participación, como Aporrea o Radio Nacional de Venezuela». Las dificultades que atraviesan los judíos en su día a día son las comunes a todos los venezolanos: la inseguridad y el desabastecimiento. Ni Caracas ni Barquisimeto son, ni mucho menos, la Varsovia de la Segunda Guerra Mundial, pero Bittan asegura que «aquí viven todavía supervivientes del Holocausto que temen que se vuelva a los años oscuros».
Como diagnostica Alejandro Amundaray, ciudadano venezolano residente en España desde hace ya varios años, «los venezolanos no somos racistas, lo que somos es clasistas». Efectivamente, ninguna de las mujeres judías consultadas para la elaboración de esta reportaje dice haber sufrido nunca incidente alguno en su país a causa de su condición. Pese a que reconocen la normalidad social en este sentido, los responsables de las asociaciones no ocultan su preocupación. Dina Siegel, directora para Latinoamérica del Comité Judío Americano, se expresa en términos mucho más contundentes que Bittan: «El antisemitismo ha sido utilizado como arma política para intimidar y para deslegitimar». Siegel denuncia que «hoy por hoy continuamos evidenciando la expresión más cruda de retórica antijudía en medios oficiales». En su organización creen que esta es una de las causas por las que en los últimos años muchos integrantes de la comunidad judía han decidido abandonar el país.
Precedentes preocupantes
Para los judíos de Venezuela el temor es el de que esa acritud en el mensaje oficial termine por trasladarse a las calles, dado que el régimen bolivariano cuenta con una sólida base de apoyo entre amplios sectores populares. Hay un precedente especialmente preocupante, el del ataque a la sinagoga caraqueña de Tiferet, en 2009. El templo fue saqueado y profanado con pintadas ofensivas después de que Chávez ordenara la expulsión del embajador de Israel, estado al que acusaba de «flagrantes violaciones del derecho internacional». En noviembre de 2012, los participantes en una concentración contra la actuación del Ejército israelí en la Franja de Gaza terminaron por arrojar cohetes al interior de este lugar de culto.
Para Carolina Chocrón, inmigrante de religión judía que vive en España desde 2003, este incidente revistió especial gravedad, porque, dice, «antes en Venezuela estas cosas no pasaban; nunca en mi país te habían atacado por ser quién eras». Ella prefiere quedarse con el hecho de que muchos vecinos del barrio donde se ubica se prestaron espontáneamente a limpiar las pintadas de la sinagoga. Como ella, su amiga Míriam, subraya que en «Venezuela siempre ha habido un clima de tolerancia».
Una señal conciliadora llegó en mayo de 2013, cuando el presidente Nicolás Maduro respondió a las acusaciones de antisemitismo recordando que sus propios abuelos eran judíos. Maduro proclamó que «en Venezuela nunca ha habido antisemitismo. Aquí son bienvenidas todas las religiones. Somos un pueblo de corazón abierto». El sucesor de Chávez también quiso subrayar el matiz de que el rechazo de su Gobierno se aplica al Estado de Israel, pero no «al noble pueblo judío».
Sin embargo, para las decenas de miles de compatriotas judíos suyos, más que las palabras del presidente pesa el hecho de los vínculos diplomáticos con países abiertamente hostiles como Irán. En cualquier caso, como aseguran sus portavoces, las comunidades judías mantienen una fluida colaboración con las autoridades chavistas a través de la Dirección de Cultos y recientemente la Asamblea legislativa rindió tributo a las víctimas del Holocausto. Gestos que deben ayudar a la concordia en una Venezuela ya lo bastante dividida por otros motivos.
España, como posibilidad