Durante estos últimos 15 años, se han expropiado o confiscado mas de 4 millones de hectáreas de tierras productivas en el país con el justificativo de hacer realidad “la soberanía alimentaria”, pero en Venezuela escasea la leche, el arroz, el azúcar y el pollo entre otros rubros de primera necesidad. La promesa de producción endógena y abastecimiento de alimentos para la población, cayó en saco roto.
Se expropiaron las cementeras para llevar adelante un plan de construcción de viviendas a precios justos. El régimen justificó su acción señalando a las cementeras de especuladoras y causantes de la distorsión del mercado, pero miles de damnificados siguen sin vivienda, los jóvenes no pueden obtenerlas porque no las hay a ningún precio y, quienes las tienen, les cuesta un puyero conseguir un saquito de cemento para cualquier refracción, modificación o arreglo de su vivienda. Ni que hablar de las cabillas que cuando se consiguen son a precios realmente estrambóticos gracias a la nacionalización de la siderúrgica.
La Electricidad de Caracas y la CANTV también fueron adquiridas por la nación… y usted, amigo lector, conoce de su deficiente servicio y alto costo.
Pero estas cosas narradas en las líneas anteriores, no han sido lo único expropiado o incautado por la llamada revolución. La seguridad personal y jurídica está secuestrada gracias a un régimen que ha anunciado más de 20 planes de seguridad sin que ninguno arroje resultados positivos en la lucha contra la delincuencia. Por las calles de nuestras ciudades y pueblos, las bandas de hampones con uniforme o no, nos matraquean, roban, extorsionan y hasta nos arrebatan la vida y, de lo único que hablan los funcionarios gubernamentales, es de conspiraciones, golpes de Estado o posibilidades de ser invadidos por imperios.
La verdad es que Venezuela se muestra destrozada, arrasada, destruida y empobrecida. Pasar por las que eran avenidas comerciales son la prueba palpable de lo que aquí escribo: comercios cerrados, anaqueles vacíos, vidrieras desoladas.
Lo que si abunda son marchas y manifestaciones que siempre terminan igual…con bombas y mas bombas, “gas del bueno”, perdigones, metras y balas que matan y todo ese horror para intentar dispersar y acabar las protestas originadas por todo lo ya expresado y mucho mas… el servicio de agua que también escasea, la salud que se nos muestra enferma, la información y opinión silenciada y el presente y futuro embargados.
El pasado lunes 14, al cumplirse un año de las cuestionadas elecciones presidenciales donde se favoreció con la primer magistratura a Maduro, éste afirmó “que en el tiempo que lleva al frente del país se ha dedicado a proteger con amor al pueblo”. Definitivamente hay amores que matan.
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@nituperez