Con el cierre oficial hoy de la división de teléfonos móviles de Nokia, vendida al gigante informático estadounidense Microsoft, concluye la lenta agonía de un coloso tecnológico que pasó de ser el líder indiscutible del mercado a convertirse en una máquina de perder dinero. Juanjo Galán/EFE
Resulta difícil explicar cómo una compañía de Finlandia, un país de apenas cinco millones de habitantes próximo al Polo Norte, fue capaz de dominar durante más de una década el mundo de las telecomunicaciones, uno de los sectores tecnológicos más competitivos y cambiantes.
De igual modo, no es sencillo resumir, sin caer en el simplismo, los motivos que provocaron el rápido declive de Nokia después de que Apple revolucionara el mercado de los “smartphones” (teléfonos inteligentes) con su primer modelo de iPhone en 2007.
Cuando apareció el iPhone, Nokia ejercía un dominio aplastante, al fabricar uno de cada tres teléfonos móviles y cerca del 40 % de los “smartphones” que se vendían en el mundo, más que sus tres principales rivales juntos.
Sin embargo, ese año fue una fecha fatídica para Nokia, ya que supuso el principio del fin.
La mayoría de los analistas coinciden en que buena parte de la culpa del declive de Nokia la tienen sus entonces directivos, por su falta de visión y su soberbia.
La falta de visión les impidió adivinar los gustos del consumidor, lo que explica que rechazasen algunas de las innovaciones creadas por sus propios ingenieros que años más tarde pusieron de moda compañías de la competencia, como la pantalla táctil o las tabletas electrónicas.
El gigante finlandés fabricó su primera tableta, la Nokia 510, en 2001, nueve años antes de que Apple pusiera de moda este tipo de dispositivos con su popular iPad, pero al final ni siquiera la puso a la venta.
Igualmente, lanzó su primer móvil con pantalla táctil, el Nokia 7710, en 2004, tres años antes del iPhone, pero poco después lo retiró del mercado y dejó de desarrollar esa tecnología.
La soberbia, por otro lado, hizo que los directivos de Nokia se empecinaran en mantener su propio estilo, en lugar de reaccionar a tiempo y sumarse a las tendencias más exitosas del mercado, como hicieron otras empresas.
Mientras compañías como Samsung, LG o HTC se apuntaron rápidamente a la moda de los “smartphones” con pantalla táctil, adoptando un sistema operativo externo (el Android de Google), Nokia se empeñó en mantener sus sistemas propios (Symbian y MeeGo) para poder “diferenciarse” de la competencia.
El resultado fue que Samsung acabó arrebatando en 2012 el liderazgo mundial a Nokia y el trono de los “smartphones” a Apple, gracias básicamente al esfuerzo de otros, ya que “adaptó” el diseño del iPhone, incorporó el sistema operativo de Google y pagó por usar las patentes telefónicas de Nokia.
Para entonces, la compañía finlandesa había reaccionado a la desesperada y se había jugado todo a una carta, al abandonar Symbian y MeeGo para adoptar el sistema Windows Phone de Microsoft.
Fruto de la cooperación con Microsoft nació la gama de “smartphones” Lumia, una serie de terminales de distintos precios que, pese a tener una calidad similar a la de muchos de sus rivales, apenas ha logrado hacerse un hueco en el mercado.
Y es que el sector tecnológico, al fin y al cabo, se compone de innovación y de modas, de forma que los dispositivos más innovadores no suelen triunfar en esta industria si no son capaces de crear a la vez una fiebre contagiosa entre los consumidores.
En todo caso, la venta del negocio de móviles de Nokia a Microsoft pone fin a una era para la compañía finlandesa, la última gran pionera del sector, pero también puede suponer su salvación.
La división de Dispositivos y Servicios es actualmente la más deficitaria de la compañía. En 2013 aportó el 46 % de los 23.444 millones de euros que facturó el grupo y registró una pérdida neta de 780 millones, mientras que el resto de sus negocios -la futura Nokia- sumó el 54 % de la facturación y 41 millones de beneficio.
Desde que se anunció el acuerdo entre Nokia y Microsoft el pasado 3 de septiembre, las acciones de la firma finlandesa se han revalorizado un 78 % en la Bolsa de Helsinki.
A partir de ahora, Nokia se dedicará principalmente a la fabricación y mantenimiento de redes de telecomunicaciones, a través de su división Nokia Solutions and Networks (NSN).
Asimismo, contará con otros dos departamentos con los que seguirá desarrollando mapas digitales y servicios de geolocalización (HERE), y gestionando su extensa cartera de patentes de telefonía móvil (Tecnologías Avanzadas).