Colas que no se terminan, buhoneros que ofrecen los productos escaseados y sobreprecios en cada artículo, son algunas de las consecuencias de la escasez de alimentos que ha atravesado el país en los últimos meses. Con la viveza que caracteriza a los venezolanos, las personas se las han ingeniado para sacar provecho: revender los productos, reseña El Carabobeño.
A un trabajador de una empresa, un colegio, universidad o cualquier otro empleo que requiera al menos ocho horas de jornada, le será casi imposible madrugar para llegar a cualquier supermercado de Valencia y pasar más de 10 horas en una cola para comprar, comentaron algunos visitantes del mercado Bicentenario en la avenida Bolívar Norte, mientras en la parte de afuera aguardaban numerosos compradores con cartones para protegerse del sol, sillas y comida.
Con el tiempo se ha generado un negocio con la escasez y es que personas, en su mayoría del sur de la ciudad, se dedican a ir de supermercado en supermercado para comprar la mayor cantidad de comida y revenderla en las zonas populares.
Incluso hay quienes ya se conocen pues se han convertido en “compañeros de cola”. Como una nueva modalidad de ganarse la vida, abusan de la falta de alimentos para venderlos a más del doble.
En los puestos de buhonería o en la casa de algún vecino que se dedique a la actividad, un cuarto de kilo de café cuesta 50 bolívares, el medio kilo 100 bolívares y el kilo supera los 170 bolívares. Quienes no tienen tiempo de hacer las colas o simplemente no se quieren someter a tal suplicio, pagan ese precio.
El paquete de papel higiénico de cuatro rollos, se vende de 35 bolívares en adelante. La harina de maíz desde 15 bolívares y un kilo de leche alcanza los 150 bolívares.