Claudio Loser: Brasil y la Copa Mundial: Gran evento deportivo; difícil situación económica

Claudio Loser: Brasil y la Copa Mundial: Gran evento deportivo; difícil situación económica

He tenido el privilegio de visitar Brasil en las últimas semanas y, aunque quedan aún muchas cosas por completar, pude ver los estadios ya preparados para comenzar la Copa Mundial de Futbol. Tengo mis preferencias acerca del equipo ganador, pero estas no vienen al caso, especialmente después de asegurar a mis anfitriones que seguramente Brasil será el triunfador.

No tuve dificultad en descubrir que la visión en Brasil acerca de la situación económica difiere fundamentalmente de la que se tiene respecto de la Copa. Más aun, pude percibir que el triunfalismo que existía hace algunos años acerca de las perspectivas de Brasil y particularmente cuando el país fue elegido como sede del Mundial, ha desaparecido.

Brasil como miembro del grupo BRICS de países emergentes, y siendo la séptima economía en el mundo, vivió por varios años el sueño de poder crecer rápidamente, tal como lo había hecho anteriormente, y que su liderazgo en el mundo estaba garantizado. Sin embargo, y tal como sus compañeras de grupo, la economía de Brasil ha tenido una decepcionante actuación. Un nivel de crecimiento bajo (menos de dos por ciento anual promedio en 2011-13, y quizás 1.5 por ciento en 2014), ha sido acompañado por una tasa de inflación que, aunque dentro de los parámetros del objetivo de inflación, puede llegar al límite de 6 ½ porciento en 2014.

La cuenta corriente externa, que exhibía un sólido superávit hace algunos años, muestra un déficit creciente que rondaría en alrededor de 3 ½ por ciento del PIB o más en 2014. Ello ha llevado a que Brasil dependa en forma creciente de flujos de capital del exterior, en momentos en que los inversores extranjeros han perdido el entusiasmo por invertir en las economías emergentes, con efectos negativos sobre estos países. Este deterioro incluso llevo a una reducción de nota por las calificadores de riesgo, aunque manteniendo el grado de inversión.

En parte, las condiciones externas explican la desaceleración de la economía de Brasil. Un menor crecimiento en China ha afectado a las exportaciones, que además han sido golpeadas por el estancamiento en los términos de intercambio. Por otra parte, la disminución gradual del estímulo en la política monetaria de Estados Unidos ha creado incertidumbre acerca de los flujos de capital. Sumado a ello, Argentina, tercer socio comercial de Brasil, tiene sus propias dificultades, que han impactado las exportaciones manufactureras de Brasil.

Sin embargo, el principal responsable de las dificultades en Brasil es el debilitamiento de la voluntad política del país particularmente en este periodo pre-electoral, agravado por deficiencias estructurales. Al bajo nivel de ahorro (15 por ciento del PIB) y de inversión se suman a graves distorsiones (mejor conocido como Costo Brasil), lo que genera una considerable incertidumbre en los resultados futuros de Brasil.

Estos factores se pueden agravar si las nuevas autoridades no operan con decisión una vez que estén en el poder, lo que puede ocurrir en particular si Rousseff es reelecta con un mandato débil, aun sin otra turbulencia política. Se reduciría el flujo de capital, con un grave impacto en infraestructura y energía. Se puede debilitar la política fiscal y el déficit presupuestario puede aumentar fuertemente.

En estas circunstancias, el Banco Central puede ser incapaz de frenar la inflación, aun con el profesionalismo y voluntad que han mostrado tener. Este escenario es posible, pero es poco probable que Brasil caiga en una crisis financiera y externa a pesar de estos riesgos. El mayor riesgo es que Brasil caiga nuevamente en la trampa de ingresos medios, con un crecimiento débil en el mediano plazo (aproximadamente 1 1/5 de crecimiento anual por habitante), y perdiendo posiciones relativas (si no absolutas) en el panorama mundial.

Brasil tiene los recursos para superar estos problemas. Lo que requiere es de una fuerte voluntad política que lleve a una reorientación de política económica, más allá de lo macro. Es un desafío enorme, y mucho mayor que el de triunfar en la Copa del Mundo. Si Brasil falla, los logros alcanzados en inclusión y prosperidad podrían perderse por lo menos para la próxima generación. Este es un precio altísimo, y lo que es más, totalmente evitable.

 

Original en Infolatam

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