La carrera de Javier “Chicharito” Hernández parece un callejón sin salida: cerca del ostracismo en el Manchester United y suplente de nuevo con México en un Mundial. Pero el carismático delantero confía en su olfato goleador y no pierde la sonrisa.
Los Mundiales no parecen llegar en el momento oportuno para el “Chicharito”. En Sudáfrica-2010 aterrizó cuando acababa de fichar por los “Diablos Rojos” y el resultado de su salto desde el Chivas era aún una incógnita.
En el Mundial anotó dos goles pero, aunque la afición lo reclamaba con insistencia, no fue titular hasta la derrota en octavos de final contra Argentina.
Ya en el Manchester United, los primeros años de Hernández superaron todas las predicciones. El mexicano parecía en estado de gracia y solía aprovechar las ocasiones en la cancha con su oportunismo y certero remate con cualquier postura.
México veía en él a un nuevo Hugo Sánchez y soñaba con que, a diferencia del exgoleador del Real Madrid, el “Chicharito” sí lograría conducirle al éxito en una gran competición.
El país también se sentía orgulloso del joven fuera de la cancha, donde exhibía un inglés más que fluido y un comportamiento intachable.
En 2011 su actuación ya fue fundamental para que el Tricolor se impusiera en la Copa Oro de la Concacaf, con siete dianas que le dieron el título de máximo goleador.
El equipo inglés le veía como una pieza fundamental para su futuro y en 2012 no le permitió disputar los Juegos Olímpicos de Londres para que descansara, con lo que Hernández no pudo disfrutar de la medalla de oro mexicana.
Pero poco a poco la estrella del “Chicharito” se fue apagando ante la extrema competencia que encontraba en el Manchester United, donde tenía por delante a dos pesos pesados como Wayne Rooney y Robin van Persie.
Su menor actividad empezó a pasarle factura en el Tricolor y fue superado en la preferencia de los técnicos por Oribe Peralta, que jugaba de manera regular en la liga mexicana con el Santos.
La crisis de juego de México, que a punto estuvo de dejarle fuera de Brasil-2014, también afectó al “Chicharito”, un rematador puro que depende del buen suministro de balones de sus compañeros.
– ¿Banquillo o récord? –
Pese a la temporada con menos minutos y goles en Inglaterra, el seleccionador Miguel Herrera le convocó para su segundo Mundial y alabó constantemente su categoría y capacidad de trabajo, a la vez que le recomendaba buscar un equipo que le dé más minutos.
Hernández respondió con una gran entrega en los entrenamientos y concentración afuera. A diferencia de la mayoría del plantel mexicano y del propio Herrera, el Chicharito apenas ha atendido a su cuenta de Twitter.
Cuando Herrera eligió a Peralta como titular ante Camerún, Hernández no alzó la voz pero sacó a relucir su orgullo herido.
“Yo no trabajo para ser relevo ni es mi mayor virtud ni mucho menos”, recalcó el delantero, de 26 años, que se niega a encasillarse en esa función.
Ante Camerún, Peralta anotó el único tanto del partido y el “Chicharito”, que lo sustituyó en la segunda mitad, desperdició una gran oportunidad de gol.
Sin embargo, Hernández dijo al terminar que su ánimo para el resto del torneo está intacto.
“Conseguimos los tres puntos. Aquí no hay egos, no importa que un jugador lo haga bastante bien o no lo haga bastante bien”, dijo con una sonrisa el ariete a la AFP.
El “Chicharito” siempre dice que odia las comparaciones, porque las ha tenido que soportar desde pequeño al provenir de una dinastía familiar de destacados jugadores: su padre y abuelo llegaron a disputar también Copas del Mundo.
Ahora el pulso con Peralta es inevitable pero el “Chicharito” espera que el gol le vuelva a sonreír. Si suma al menos un par de dianas, regresaría de Brasil como el máximo anotador mexicano en la historia de los Mundiales. AFP