La pobreza y el bajo nivel educativo coninúan siendo sus trágicas características. Ello explica la selección que hacen los habitantes de sus líderes. Quien no tiene oportunidades para salir de la pobreza y para educarse tenderá, más y más, a descansar en el estado como proveedor y a elegir a quienes les prometan más dádivas con el menor esfuerzo . Las sociedades en estos países han reemplazado la visión de futuro con un modo de sobrevivencia. Viven en una especie de presente eterno.
Los resultados están a la vista. El éxodo de las clases medias, las más educadas y preparadas para salir adelante por sus propios medios, constituye un inmenso flujo hacia los países más desarrollados. Hace unos días llegaron a la frontera estadounidense con México miles de niños sin sus padres,enviados desde Centroamérica. Ha sido una patética invasión que ilustra la tragedia de sociedades que prefieren enviar a sus hijos solos a países donde puedan tener una esperanza de vida mejor, aún cuando ello represente una separación definitiva.
Venezuela se desangra . Sus jovenes más preparados se van del país por no tener futuro, dejando atrás a millones de venezolanos sin educación que dependen de las dádivas del estado, y se resignan a pagar las dádivas con lealtad política. Los descendientes de los inmigrantes que nos ayudaron a crear una bella Venezuela se regersan a los países de sus antecesores, perseguidos por la xenofobia de los bárbaros en el poder.
Cada día que pasa, por lo tanto, Venezuela se hace más miserable y menos capaz de tener un gobierno democrático, no populista. Este es un verdadero deseo de muerte. Y este fenómeno se está presentando no solo en Venezuela sino en muchos de los países de la región.